Ay democracia, pobre democracia. Todos dicen defenderte, todos hablan de ti cuando realmente a nadie le importas, ni si quiera les interesa conocerte realmente. El domingo pasado se llevó a cabo “la marcha por la democracia” ya que algunos lideres políticos, empresariales y de medios televisivos dicen que México se está convirtiendo en una dictadura.
Como en la novela de George Orwell “1984” ¿Qué pasaría si eliminamos la palabra guerra del diccionario?, ¿Qué diríamos en tiempos de guerra si no existiese esa palabra?, pues diríamos “hay menos paz” sin embargo no sabríamos como expresarlo de otra manera. Desde mi punto de vista estas personas que dicen que México se está convirtiendo en una dictadura considero que le deben una disculpa a las personas que viven en verdaderas dictaduras donde se privan las libertades. El símil que hace Enrique Krauze de la marcha del 18 de febrero con la marcha del 68’ es una tremenda barbaridad y falta de respeto para los manifestantes de aquella época. Uno no puede hablar de dictaduras cuando nadie te molesta para manifestarte. No puede hablar de dictaduras cuando habrá unas elecciones próximamente. No se puede hablar de dictaduras cuando todos los días se dice cualquier barbaridad en los medios de comunicación.
Sería más honesto que se quiten la máscara todos esas personas que marchan por la democracia y digan que no les gusta este gobierno y marchen por otra opción de gobierno, ya que marchan junto a las personas que más han faltado a la democracia cuando ostentaron el poder.
En el hogar de la humanidad, la democracia se ha erigido como el método preferido para la toma de decisiones colectivas. ¿Pero qué pasa si aplicamos una analogía doméstica para entender cómo funciona este sistema? Imaginemos una familia donde todos, desde los padres hasta los hijos, tienen voz y voto en cada decisión. ¿Sería este el modelo ideal de funcionamiento? ¿O acaso, como advirtieron los filósofos antiguos, Platón y Aristóteles, este sistema presenta ciertas debilidades fundamentales?
En este hogar hipotético, la democracia sería como una reunión familiar donde cada miembro tiene la oportunidad de expresar sus opiniones y votar sobre cuestiones importantes, como qué cena preparar o a dónde ir de vacaciones. Sin embargo, aquí es donde se revela la primera crítica de Platón y Aristóteles: ¿están realmente todos los miembros de la familia calificados para tomar decisiones importantes?
Platón, en su obra “La República”, comparó la democracia con un barco donde el capitán es elegido por la tripulación, independientemente de su habilidad para navegar. En una casa, esto equivaldría a dejar que los hijos decidan sobre asuntos financieros o de salud sin la sabiduría y experiencia de los padres. ¿No sería más sensato confiar en aquellos que tienen un conocimiento más profundo y una visión más amplia?
Aristóteles, por su parte, temía que la democracia pudiera degenerar en demagogia, donde los líderes manipulan las emociones de la gente para mantenerse en el poder. En la casa, esto se traduciría en decisiones impulsadas por el deseo momentáneo en lugar de un análisis racional y a largo plazo. ¿No correría la familia el riesgo de caer en decisiones imprudentes si se permite que las emociones dominen sobre la razón?
Por lo que me pregunto, ¿Es posible que un dictador gobierne de manera liberal?, ¿Es posible que una democracia gobierne con una falta total de liberalismo?, ¿Qué prefieres un dictador liberal o un gobierno democrático sin liberalismo?