Hay dÃas de sÃ, y dÃas de no, ambos dependen de tu voluntad; los dÃas de sÃ, son aquellos cuando te das la oportunidad de ser feliz, empezando por negarte a escuchar los mensajes pesimistas y deprimentes que generan pensamientos tóxicos, cuando aún se conserva la capacidad y la fuerza suficiente para evitar caer en un estado de opacidad y hasta cierto punto subterráneo, donde suelen enterrarse todas las cosas buenas que son desplazadas por el malestar.
Los dÃas de no, son los dÃas del despertar molesto, enojado consigo mismo por la insatisfacción de no haber logrado todo lo que se planeó el dÃa anterior, son los dÃas de insomnio, ocasionados por la reiterativa pesadilla de lucha continua contra fantasmas invencibles, dÃa de levantarse cansado por no haber podido quedar desconectado del todo, cuando cerramos los ojos con la intensión de dormir a pierna suelta y resulta todo lo contrario.
Hay dÃas en los que si nos reconocemos como herederos del paraÃso terrenal, que solemos ignorar, podremos ver lo afortunados que somos al poder disfrutar de la gran diversidad que nos ofrece la vida al natural.
Abrir debemos los ojos, para despertar de aquello que nos mantiene dormidos, haciéndonos pensar que somos sólo despojos de la grandeza y divinidad con la que fuimos creados.
Vivir, y vivir bien, sin tener que desear llenar con desesperación nuestra legÃtima aspiración de ser feliz sólo con lo material, cuando debemos tener como prioridad fortalecer nuestro estado espiritual para poder obtener el perdón por habernos portado mal y con ello la redención para alcanzar la eternidad.
Hay dÃas de sÃ, y dÃas de no, tú tomarás la mejor decisión si permaneces fiel a tu fe en Jesucristo nuestro Señor.
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