Durante los últimos años se ha visto la relevancia que tiene el hecho de ser capaces de abastecer de alimentos a todos los confines no solo de un país, sino también a nivel intercontinental.

Si hay algo que lleva tiempo sucediendo es la deslocalización de la producción tanto agrícola como ganadera, algo que ha reforzado los canales de transporte y, también, el comercio a nivel global.

Mientras que antes se limitaba a la producción de proximidad, hoy en día los grandes productores pueden estar a miles de kilómetros y tan solo gracias a las rutas de transporte, tanto terrestres como aéreas, marítimas y ferroviarias es como se puede consumir en el rincón opuesto del mundo. Se han pasado de dietas localizadas a la alimentación global” explican algunos expertos.

De hecho, si hay algo claro es que cualquiera de los transportes que tengan parte en las rutas alimentarias deben contar con dispositivos capaces de garantizar ciertos parámetros para asegurar las cadenas de frío y las garantías sanitarias necesarias.

Pero, ¿qué hacen estos dispositivos realmente?

Actualmente, cualquier carga alimentaria que vaya o necesite ir refrigerada deberá pasar ciertos controles que garanticen su salubridad.

Esto es posible gracias a los dispositivos que, actualmente, y gracias a la tecnología, se han incorporado al transporte.

Además de monitorizar de forma constante la temperatura del vehículo, habitáculo y carga, es capaz de regular en caso de bajada o subida la misma. De esta forma, en todo el trayecto, pasa a garantizarse el correcto mantenimiento que garantice que, desde el origen hasta el destino, ha ido siguiendo la cadena de frío necesaria para no poner en riesgo la carga.

A esto se suma además la necesaria monitorización de las autoridades sanitarias que, gracias a estos registros, permiten la puesta en circulación de los productos transportados tras verificar que, de forma efectiva, han cumplido con todos los requisitos que exigen para poder transportar ciertas mercancías.

“Es clave que las flotas actualmente sean capaces de hablar y de monitorizar lo que ocurre en sus cajas de carga. Algo que antes se daba por hecho, actualmente se demuestra y, en caso de que algo falle, se puede detectar a tiempo evitando poner en riesgo al consumidor final” comentan.

Los registros sanitarios que se requieren para el transporte de alimentos hacen que los camiones y demás medios de transporte se consideren también parte activa de la cadena alimentaria, exigiendo en este sentido las mismas garantías y cumplimientos que se piden desde los productores hasta los lineales. Solo de esta forma se consigue garantizar para el público que todo lo que acaba en los supermercados y mercados han sido manipulados por profesionales que saben cómo llevar y movilizar dicha carga y que han cumplido a rajatabla las exigencias sanitarias.

Son así las empresas que optan por este tipo de dispositivos las que consiguen que los productores confíen en ellas para el transporte de mercancías ya que, de otra forma, la carga podría quedar comprometida e incluso podría ser desechada.