A menudo, pensamos en las pesadillas con rechazo absoluto; no nos gustan sus contenidos y nos generan malestar. Sin embargo, tanto los sueños agradables como las pesadillas forman parte de nuestra vida y también tienen un sentido.
A pesar de que se relacionen con sueños que generan intenso temor o una amenaza, a estas se les atribuye cierto beneficio. Aun así, es fundamental saber cuándo hay que preocuparse, dado que ciertas veces sí son la expresión de un malestar mayor. En el siguiente espacio te contamos más al respecto.
Causas de las pesadillas
Empecemos diciendo qué son las pesadillas. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su última edición (DSM-V), son un tipo de parasomnia que implica la aparición repetida de sueños terroríficos, que pueden despertar al afectado y cuyo contenido genera miedo o malestar intenso.
En general, aparecen en la fase REM, que se presenta entre los 90 a 110 minutos de conciliar el sueño, o en la segunda mitad de la noche, que es lo más frecuente. Al indagar en los porqué de las pesadillas, existen múltiples razones.
Hay posturas que se enfocan desde las neurociencias y la psicofisiología, mientras que hay otros enfoques que se orientan en torno a un inconsciente que busca darnos un mensaje o dar resolución a un deseo. Las interpretaciones no tienen porqué ser excluyentes.
La presencia de estrés crónico también se encuentra en la base de las pesadillas, por lo que es importante abordar ambas cuestiones de la mano, ya que pueden implicar un deterioro significativo del funcionamiento cotidiano.
La preocupación por las pesadillas fue muy recurrente a partir de la pandemia de Covid-19. En este caso, la alta carga de estrés e incertidumbre, junto a la preocupación por la salud propia y de los seres queridos, se convirtió en el detonante.
Por otro lado, muchas veces las pesadillas pueden tener lugar tras una cena pesada, con alimentos de difícil digestión que impiden tener un buen descanso.
También pueden presentarse por estar bajo los efectos del alcohol u otros tipos de sustancias.
Hay edades en las cuales se detecta que hay mayores pesadillas o terrores nocturnos. En este caso, son muy frecuentes en la infancia y en la adolescencia, y serían parte de un proceso de desarrollo del cerebro.
Beneficios de tener pesadillas
Es difícil pensar que las pesadillas aporten beneficios, dado que se asocian al mal sueño y a emociones negativas. No obstante, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Ginebra, los Hospitales Universitarios de Ginebra y la Universidad de Wisconsin de Estados Unidos, sugieren algunos efectos positivos.
De acuerdo con la publicación, las teorías neurocientíficas proponen que las emociones experimentadas en los sueños contribuyen a la resolución de la angustia emocional y a la preparación para futuras reacciones afectivas.
Dicho de otro modo, es posible que ayuden a actuar con mayor seguridad en situaciones potencialmente peligrosas de la vida real. Según lo observado, las pesadillas causaron más actividad en la corteza prefrontal medial, es decir, la zona cerebral que regula la respuesta al miedo. Veamos de modo más detallado los posibles beneficios.
Alivio del estrés
Uno de los principales beneficios de las pesadillas es la disminución del estrés. Esto lo consigue al permitir adoptar otros roles y hacer acciones que en la realidad no están permitidas o se cohíben por algún motivo.
Es decir, proponen un espacio para tomar ‘salidas’ alternativas. Por ejemplo, esa pesadilla en la que una persona discute con su jefe y le grita muy fuerte. En la vida real, seguramente esto no es lo recomendado, pero tras el sueño resulta liberador.
Afrontar emociones
En algunos casos, las sensaciones experimentadas en las pesadillas permiten afrontar temores, angustias y ansiedades. De hecho, a veces parecen tan reales que se siente el cansancio físico de esta. Aun así, al repasar los acontecimientos en la vigilia, es posible adoptar una percepción diferente de lo sucedido y reflexionar al respecto.
En las pesadillas, los hechos se ven magnificados, pero nos permiten pensar en un ‘qué pasaría si’. Así las cosas, nos ponemos cara a cara con situaciones temidas y ensayamos posibles respuestas.
Encontrar soluciones
En muchos casos, la interpretación de las pesadillas es el punto de partida para solucionar cuestiones que surgen en la vida real. También posibilitan nuevas ideas para enfrentar situaciones que tienden a ser difíciles.
Contar las pesadillas suele tener un efecto catarsis. Es liberador y proporciona alivio.
También hay algo bueno en las pesadillas
Las pesadillas serían un escenario irreal en el que podemos ensayar diferentes papeles y afrontar determinadas preocupaciones. Uno de sus beneficios es que, al anticiparnos a un escenario temido, lo volvemos familiar.
Por esto mismo, no solo podemos prepararnos, sino también predisponernos de otro modo, tanto a nivel actitudinal como en lo referido al cuerpo.
Aun así, estos episodios deben tomarse más en serio, y como un posible motivo de consulta, cuando son recurrentes o dificultan el descanso. Por ejemplo, si interrumpen el sueño y luego no es posible conciliarlo de nuevo. También si es necesario seguir ciertas conductas tras tenerlas, como dejar las luces encendidas.
En estos casos, se recomienda mejorar la higiene del sueño a través de hábitos como ir a la cama temprano, limitar el consumo de azúcar y cafeína en las horas previas al descanso, evitar las pantallas, entre otros.
Muchas veces, las pesadillas son síntoma de cuadros clínicos como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), la depresión y la ansiedad. En este sentido, lo recomendable es hacer la consulta con algún profesional para recuperar el bienestar.
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