La nutrición está llena de mitos, y muchas de las afirmaciones que se realizan en torno a esta ciencia no se corresponden con lo adecuado. Sin embargo, la disciplina avanza y los nuevos descubrimientos a veces hacen a los expertos cambiar de opinión. A continuación, te daremos una visión actualizada sobre la posibilidad de comer frutas en la noche.

Lo primero que hemos de tener claro es que el funcionamiento del organismo se rige por unos ciclos circadianos de producción hormonal que afectan a todos los niveles. Las hormonas son capaces de incidir en el metabolismo de los nutrientes determinando la capacidad de digerir los alimentos y la respuesta del cuerpo hacia estos.

El mejor momento para comer frutas

Según la producción de hormona de crecimiento, melatonina, insulina y glucagón, el mejor momento para consumir azúcares es durante el día. A partir de las 12 del mediodía, el cuerpo es capaz de metabolizar los carbohidratos de una manera eficiente, hasta la llegada de la noche.

Este es uno de los motivos por los que se recomienda que la cena sea menos voluminosa que la comida. Podemos ver reflejada esta afirmación en una publicación realizada en la revista Nutrients.

En dicha investigación se evidencia que el momento de la ingesta de los nutrientes determina su impacto sobre el organismo. Por tanto, se recomienda que los hidratos de carbono no se consuman a primera hora del día, ya que el estrés pancreático que producirán en este momento será elevado.

En este principio se basan muchos de los protocolos de ayuno intermitente, que han demostrado ser eficaces a la hora de buscar una pérdida de peso y una mejora del estado de salud. Estos efectos positivos del ayuno son explicados en un estudio publicado por Clinical Nutrition ESPEN.

Según lo comentado, teniendo en cuenta que las frutas presentan un contenido en azúcares elevado, está claro que lo mejor es consumirlas entre el mediodía y el anochecer.

El metabolismo de los azúcares durante la noche

Existe evidencia suficiente en la literatura científica actual para afirmar que la ingesta de carbohidratos durante las horas de oscuridad se relaciona con un mayor riesgo de obesidad y de diabetes tipo 2. Ya que las frutas se caracterizan por su contenido en fructosa, lo más adecuado sería evitar comer frutas en la noche.

Del mismo modo, se aconseja que la ingesta de carbohidratos de índice glucémico elevado esté siempre acompañada de fibra y de proteínas. Con ello, se retrasa el vaciado gástrico y la entrada de la glucosa en la sangre, lo que normaliza las glucemias.

El estrés pancreático en esta situación será menor, hecho que resulta positivo a nivel de salud. En este sentido, es aconsejable comer frutas siempre después de las comidas, y nunca de forma aislada.

Comer frutas según el estilo de vida

De todos modos, y a pesar de las recomendaciones anteriores, las consejos sobre el consumo de frutas pueden variar dependiendo del estilo de vida. Así, las personas que realizan actividad física a diario pueden ser menos estrictas a la hora de respetar lo comentado. Estos individuos serán menos sensibles al consumo de frutas entre horas, ya que la sensibilidad de la insulina será siempre mayor.

No obstante, y salvo que hayan entrenado justo antes, sigue siendo aconsejable evitar comer fruta en la noche. En el caso de que se haya realizado actividad física intensa justo antes de cenar, por ejemplo, pueden introducirse en el postre algunos frutos rojos como los arándanos.

De esta manera, se podrán aprovechar los antioxidantes de estos alimentos para estimular la recuperación del organismo y los azúcares para estimular la síntesis de glucógeno.

Lo mejor es no comer frutas en la noche

Como has podido comprobar, la recomendación general es no comer frutas en la noche. Estos alimentos cuentan con una elevada cantidad de fructosa, y los carbohidratos no se asimilan de manera correcta durante la ausencia de luz solar natural. Por este motivo, lo aconsejable es ingerirlas a partir del mediodía y hasta el anochecer.

Salvo que seas deportista, trata de consumir frutas siempre después de una comida principal, o con alimentos con un alto contenido en proteínas y en fibra, no de manera aislada. De este modo, se potenciarán los beneficios de estos alimentos y se reducirá el impacto de la fructosa sobre la glucemia sanguínea, algo que podría resultar nocivo a largo plazo.