La disquecia del lactante es un problema gastrointestinal que aparece en los primeros meses de vida y que suele confundirse con estreñimiento en el bebé. Lo usual es que surja entre el primero y el cuarto o sexto mes después del nacimiento.

Este es un trastorno benigno, lo que significa que se puede sobrellevar y no genera consecuencias a largo plazo. A veces trae preocupación en los padres, pero lo cierto es que no hay nada que temer.

A la disquecia del lactante también se le conoce con el nombre de falso estreñimiento. Obedece a la inmadurez que presentan algunos recién nacidos. Esto los lleva a tener dificultades para expulsar las heces.

¿Qué es la disquecia del lactante?

La disquecia del lactante es un trastorno gastrointestinal funcional que se presenta en los bebés. Se caracteriza por una dificultad a la hora de expulsar las heces. El cuerpo del pequeño no encuentra la forma de hacer la evacuación y no abre el esfínter anal por completo.

A diferencia de lo que ocurre en el estreñimiento, aquí las heces son blandas e incluso líquidas. Un bebé estreñido, en cambio, presenta heces duras y secas.

El bebé no abre el ano para expulsar las heces, sino que lo cierra. Eso es lo que dificulta su evacuación. El pequeño se pone en posición de expulsar, pero al no lograrlo, tiene un llanto intenso, se enrojece su rostro, empuña las manos y dobla las piernas sobre el abdomen.

Esta situación alarma a muchos padres, pero no es grave. En algunos bebés el problema dura solo unos cuantos días, aunque también hay casos en los que se prolonga por meses. Tan pronto como el intestino madure, presentará una evacuación normal.

Causas

Dicho de una manera sencilla, la disquecia del lactante se presenta porque el bebé no sabe relajar el esfínter anal. Por eso empuja, pero no logra defecar. Lo que hay en el fondo es una falta de sincronización entre la presión intraabdominal y la relajación del suelo pélvico.

Cuando el bebé ejerce la presión para evacuar las heces, el suelo pélvico se contrae. Esto impide una evacuación normal. No se trata de una enfermedad, sino de un problema pasajero que mejorará por sí solo cuando el intestino complete su maduración.

Hay que recordar que la digestión en los bebés es diferente a la de los niños más grandes y a la de los adultos. Lo usual es que los recién nacidos evacúen con más frecuencia, pero también es normal que lo hagan solo 2 veces a la semana. Después de la tercera semana de vida, evacúan cada vez menos.

¿Cómo abordar la disquecia del lactante?

En tanto la disquecia del lactante no es una enfermedad, tampoco requiere de tratamiento médico. Lo que sí se puede hacer es conservar la calma y no asumirlo como una grave dificultad.

Por el contrario, se debe mantener la calma y transmitírsela al pequeño. Ofrecerle afecto y consuelo le ayudará a relajarse y lograr la evacuación. También se puede probar una o varias de las siguientes medidas:

Masajes en la barriga: consiste en hacer círculos en el sentido de las agujas del reloj, con el dedo índice y el medio, sobre la panza del bebé. Esto favorece el movimiento de los intestinos. Es importante hacerlo muy suave para no lastimar al pequeño.

Flexionar las piernas del bebé: solo se deben flexionar las piernas del bebé sobre su pecho. Este movimiento facilita la salida de las heces.

Bicicletas: en la misma posición de flexión, ayudarle a que mueva las piernas como si estuviera pedaleando en una bicicleta. El efecto es que ayuda a incrementar la presión para conseguir la salida de las heces.

Vale la pena insistir en que no se debe confundir la disquecia del lactante con el estreñimiento. En este último caso, las heces son duras y secas. Si se detecta que la evacuación tiene esa consistencia, es conveniente consultar con el pediatra.

Evitar las medidas caseras

Algunos padres optan por estimular el ano del niño con una ramita de perejil u otros elementos. Esto no es conveniente, ya que el esfínter podría quedar condicionado a recibir ese tipo de estímulos y muchas veces no logra su funcionalidad correcta.

Tampoco es recomendable cambiarle la dieta al pequeño, dejar de darle leche materna, atosigarlo de agua y líquidos o darle infusiones. Como ya lo hemos explicado, la disquecia del lactante no depende de ninguno de esos factores.

De cualquier modo, si hay algún síntoma que resulta extraño, la molestia del bebé es extrema y no cesa o se detecta alguna anomalía, el pediatra deberá evaluar la situación.