Los sentimientos y la comida suelen ir de la mano. Pasa casi sin que nos demos cuenta, pero cada vez que comemos sentimos algo relacionado con nuestros alimentos. Las sensaciones negativas que rondan la alimentación pueden llevar a las consecuencias de sentirse culpable por comer.

El sentimiento de culpa es la sensación de haber hecho algo malo, de dañar algo o a alguien. Entonces, la culpa por comer se refiere a sentir que se ha hecho algo malo por ingerir determinado alimento o por la cantidad que se comió.

¿Cuándo sentimos culpa por comer?

Así como en la vida diaria sentimos culpa por algunas cuestiones de nuestro entorno personal, en el ámbito alimenticio también podemos sentirnos así. Las causas más usuales son por comer demasiado o por comer determinado plato y luego sentirse mal por pensar que se va a aumentar de peso.

La realidad es que las consecuencias de sentirse culpable por comer existen y engloban trastornos psicológicos. Estos son algunos.

Bulimia

Ortiz, en su artículo Trastornos de conducta alimentaria, asegura que la bulimia es un trastorno en el que el enfermo siente hambre anormal y come compulsivamente en atracones. Pero luego percibe culpa y malestar. Esto lo lleva a producirse el vómito, tomar laxantes o hacer demasiado ejercicio. Por atracones nos referimos a episodios muy cortos de rápido consumo de alimentos y en cantidades muy grandes.

Además, el experto indica que en los periodos de exceso de comida, los pacientes sienten vergüenza por su comportamiento, por lo que se prometen no repetirlo. Así que se trata de un ciclo de atracones seguidos de la culpa y el intentar purgar las calorías consumidas. Hay una insatisfacción con el cuerpo y una intensificación del régimen restrictivo.

La bulimia puede desencadenar complicaciones como las siguientes:

Deshidratación.
Caries dental severa.
Ansiedad y depresión.
Periodos menstruales ausentes.
Abuso de drogas y autolesiones.
Problemas cardiacos y digestivos.

Anorexia
La anorexia es un trastorno psiquiátrico caracterizado por el rechazo a mantener un peso mínimo normal a través de una restricción de ingesta calórica o del gasto excesivo de energía al hacer ejercicio físico. En estos casos, la culpa, la obsesión, el rechazo y la alta competitividad causan un círculo vicioso.

Las complicaciones y las alteraciones físicas de esta enfermedad son varias y a distintos niveles:

Arritmia.
Amenorrea.
Hipertensión.
Desnutrición.
Pérdida del cabello.
Atrofia de las uñas.
Falta de atención y concentración.
Alteraciones en la percepción de hambre y de saciedad.

Trastorno por atracón

Se trata de un trastorno en el que una persona come una cantidad de comida mucho mayor de lo normal. Mientras come de forma desproporcionada, se siente fuera de control. A diferencia de los otros problemas, en este no se trata de quemar las calorías.

En este caso, la persona experimenta vergüenza y culpa. Su hambre responde a la ansiedad, al malestar y a la inestabilidad emocional. Surge entonces el fenómeno del hambre emocional.

Se trata del tipo de hambre que aparece como respuesta a necesidades emocionales. Se manifiesta de forma repentina y persistente. La sensación persiste a pesar de comer.

Esto puede conllevar problemas de salud como los siguientes:

Depresión.
Insomnio.
Sobrepeso.
Problemas digestivos.
Dolor en las articulaciones.
Alteraciones del ciclo menstrual

 

¿Cómo afrontar el hecho de sentirse culpable por comer?

Este proceso implica la ayuda de profesionales del área psicológica, que contribuyan a que el paciente entienda su cuerpo y que ninguna comida es mala si se come con moderación.

Alimentación consciente

También se recomienda aplicar alimentación consciente para tratar de comprender el por qué de las emociones negativas que sentimos y hallar la causa del conflicto interno. Este es un proceso de ingesta siendo conscientes con todos nuestros sentidos de lo que nos provoca comer y cómo lo percibimos.

Hambre fisiológica versus hambre emocional
Otra medida que puede tomarse para afrontar el sentirse culpable por comer es aprender a identificar el hambre fisiológica para ignorar el hambre emocional. La primera es la necesidad de nuestro organismo de obtener nutrientes. En ese momento se desencadenan una serie de señales que nos hacen saber que es hora de comer.

La segunda es el hambre que da señales desde la mente. No lo hace por falta de alimento, sino que se orienta a una comida específica.

Comer solo por recargar energías

En general, se recomienda comer solo para recargar energías y, en caso de sentirse culpable, acudir a un profesional de la salud mental. De esa forma pueden prevenirse una serie de trastornos graves.