¿De qué se ríe Arnulfo?
“La educación no cambia el mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo”… Paulo Freire
En la Sección 30 del Sindicsto Nacional de Trabajadores de la Educación, con sede en Tamaulipas, el júbilo que hoy vive su dirigencia se puede convertir en llanto.
No es una apreciación sobre las rodillas.
Tras el relevo de Lucía Aimé Castillo como titular de la Secretaría de Educación, quien desde el inicio de su encomienda vivió un enfrentamiento constante con ese gremio magisterial, el dirigente del mismo, Arnulfo Rodríguez Treviño, ha protagonizado un jolgorio al atisbar lo que siempre ha sido un objetivo en esa central laboral: Imponer a incondicionales en puestos clave de la estructura educativa estatal.
Después de haber fracasado en ese intento una y otra vez con la ahora ex Secretaria, sin duda el nuevolaredense volverá a ese ruedo. Son demasiados los intereses que se juegan en ese terreno.
¿Lo logrará?
Bueno, me permito dudarlo.
Miguel Angel Valdez, el nuevo mando en esa área, tiene una visión de la educación muy alejada del estilo chicharronero de Arnulfo, acostumbrado a dar sombrerazos y manotazos para concretar sus pretensiones. De hecho, en métodos y estrategias, sus ópticas son la noche y el día.
El ahora Secretario está formado en forma abrumadora en el esquema de la educación privada, alejada de los arreglos políticos “en lo oscurito” y con metas enfocadas a una enseñanza de resultados académicos, no de componendas y canonjías a grupos para llevar como se dice coloquialmente “la fiesta en paz”.
En este escenario, lo que juzga el líder de los trabajadores de la educación en la Entidad como un triunfo al salir de su camino Lucía Aimé, puede convertirse en una de sus peores experiencias al frente de ese gremio, no en lo académico, sino en el abortamiento de sus propósitos sindicales.
Por eso es válida la pregunta:
¿De qué se ríe Arnulfo?…
LAS BUENAS INTENCIONES
La voz popular sostiene que el camino está sembrado de buenas intenciones. Es una gran verdad a la luz de los acontecimientos que se están registrando en el ámbito escolar y la prohibición de vender y por lo tanto consumir, comida que por decisión “superior” se considera no apta para los escolapios.
Hoy, esa medida se está convirtiendo en lo que, pese a esas buenas intenciones evidentes, se puede convertir en una disputa que traerá más perjuicios que beneficios a la salud de los estudiantes, como ya lo advirtió el dirigente de padres de familia en el Estado.
Esta es una pregunta seria:
¿En verdad creen que no vender en las cooperativas escolares comida que califican de “chatarra” va a reducir la obesidad en los niños y adolescentes?
Por Dios, como biien asienta el vocero de los paterfamilias, eso que están limitando en los planteles es precisamente la dieta básica en decenas de miles de hogares y lo que están logrando es una resistencia feroz a un cambio radical en sus hábitos alimentarios.
Lamento admitirlo, pero no creo que veré a muchos alumnos pedir una porción de espinacas o un pan integral en lugar de una hamburguesa o un pastelillo.
Les deseo buena suerte en su propósito, pero como todas las medidas impuestas por decreto en materia de salud, no creo que esa prohibición haga huesos viejos en las escuelas…
X: @LABERINTOS_HOY