Mientras algunos disfrutan del sol, la arena y hoteles con todo incluido, cientos de familias en Ciudad Victoria se quedaron atrapadas en casa este verano, víctimas del golpe económico que dejaron las graduaciones, los útiles escolares y el bajo ingreso familiar.
“No vale la pena endeudarnos por tres días en la playa. A lo mejor el próximo año”, lamentó Mario Castillo, trabajador del transporte, reflejando la cruda realidad de muchos.
Y es que los gastos se les vinieron encima: trajes, vestidos, fotos escolares, mochilas, libretas, cuotas de inscripción… Todo eso evaporó cualquier plan de descanso.
“Entre la graduación de mi hija y los útiles, ya no quedó ni para un helado”, dijo María Teresa Salinas, vecina de la colonia México. Como ella, miles apenas están sobreviviendo.
Los ciudadanos coinciden: no hay dinero ni para soñar. “No voy a meter la tarjeta para pagar una noche de hotel y luego estar todo el año sufriendo”, declaró Jesús Tovar, jubilado.
A eso se suma la falta de planeación y los precios por las nubes, que terminaron de cerrar la puerta a cualquier intento de descanso. “Todo carísimo y lleno, mejor hacer algo en casa”, confesó Rosa Elvira Torres, madre de dos.
Ante este panorama, la mayoría recurre a lo que hay: Los Troncones, Tamatán, las plazas públicas y parques. Son el último respiro para quienes no pueden costear unas vacaciones, pero tampoco quieren perder la alegría del verano.