En un giro que ha sacudido a la comunidad educativa de la capital tamaulipeca, al menos 50 cooperativas escolares han sido cerradas tras detectarse que en lugar de fomentar una alimentación saludable, operaban como auténticos negocios privados que ofrecían productos “ultra procesados y dañinos” para la salud de los estudiantes.
La diputada local Blanca Anzaldúa Nájera reveló que muchas de estas tiendas escolares, que en teoría deberían servir como apoyo nutricional, eran sub – rentadas a particulares, quienes lucraban vendiendo tacos fritos, papas, refrescos y otros productos chatarra a menores de edad.
“Llevaban los taquitos fritos, tortillas de harina, papas, refrescos embotellados… lo que más daño hace a nuestros niños”, denunció la legisladora.
Anzaldúa aseguró que este cierre masivo representa el primer paso en una lucha frontal contra la obesidad infantil, un problema de salud pública que ha encendido las alarmas a nivel nacional. Afirmó que, aunque por ahora la medida se ha concentrado en Ciudad Victoria, la meta es extenderla a todo el estado.
Por si fuera poco, la diputada destapó que muchas de estas “cooperativas” no eran manejadas por padres de familia o maestros, como establece el reglamento, sino por personas ajenas a los planteles que pagaban renta por el espacio y operaban con fines 100% lucrativos.
Mientras tanto, la estrategia del Gobierno Estatal para sustituir estos espacios se refuerza con el programa de Desayunos Escolares del DIF, el cual ha sido impulsado con fuerza por la Doctora María Santiago de Villarreal, presidenta del DIF Tamaulipas, quien —según Anzaldúa— ha convertido al estado en “Un referente nacional” por su enfoque nutricional.
“He visitado escuelas vespertinas y me ha tocado ver cómo el DIF lleva fruta y merienda, incluso en el segundo turno. Hay un verdadero compromiso por alimentar bien a nuestros niños”, declaró.
Aunque la medida ha sido aplaudida por sectores de salud y padres preocupados, no faltan voces que señalan el impacto económico que este cierre representa para algunas familias que encontraban en estos espacios una fuente de ingresos.
No obstante, el mensaje es claro: ¡la salud de los niños va primero! Y este podría ser solo el inicio de una campaña estatal para erradicar la comida chatarra de las aulas tamaulipecas.