El periodista ganador del Premio Nobel de la Paz Dmitry Muratov, editor del periódico independiente ruso Novaya Gazeta, desafía la censura del Kremlin para contar la invasión rusa a Ucrania.
A inicios de la guerra, convocó una reunión minutos después de que el Presidente ruso, Vladimir Putin, lanzara su ofensiva.
“Estamos de duelo”, dijo Muratov en un video después de la reunión.
“Nuestro país, por orden de Putin, ha iniciado una guerra contra Ucrania y no hay nadie para detenerla. Llevamos la vergüenza”.
Al día siguiente, el titular de letras enormes en la primera plana del periódico decía ‘Rusia está bombardeando Ucrania’.
Casi un mes después, ese titular es ilegal. Y Muratov es casi el último hombre que se interpone entre Putin y los medios independientes en Rusia.
El periodista ruso de 60 años ha dirigido durante décadas a Novaya Gazeta en momentos desgarradores, incluidos los asesinatos de sus propios reporteros.
Ahora, enfrenta la posibilidad de la muerte del propio periodismo ruso.
El 4 de marzo, Putin firmó la nueva ley sobre “noticias falsas”. El canal independiente TV Rain cerró y cientos de periodistas huyeron del país.
Muratov eligió quedarse en Rusia para continuar publicando Novaya Gazeta tres veces por semana.
El periódico debe acatar la nueva ley de censura que amenaza con hasta 15 años de prisión por publicar lo que se pueda considerar fuera de la línea oficial del Kremlin sobre las fuerzas armadas del país.
La censura significa que no se puede llamar guerra a la guerra, sino “operación militar especial”.
Novaya Gazeta, técnicamente, cumple con la nueva ley de Rusia, pero cuenta la guerra entre líneas.
“Cuando el Gobierno quiera cerrarnos, nos cerrarán. Pero no voy a ir en contra de la voluntad de nuestros periodistas y nuestros lectores y apagar las luces aquí por mi cuenta”, dijo Muratov a The Washington Post.
En la década de 1980, la política de glasnost (apertura) del ex líder soviético Mikhail Gorbachev condujo a un despertar de la cobertura de noticias críticas que se fortaleció después del colapso de la Unión Soviética en 1991.
A fines de 1993, los rusos votaron para aprobar su nueva constitución, que establecía,como todavía lo hace: “La libertad de los medios está garantizada. La censura está prohibida”.
Novaya Gazeta se consolidó como la publicación de referencia de la intelectualidad liberal rusa con coberturas de investigación, en particular, en la guerra de Chechenia.
Pero en la década siguiente, Putin arrebató el control de los canales de televisión nacional para construir una máquina de propaganda.
En menos de una década, seis reporteros de su periódico fueron asesinados, entre ellos la periodista Anna Politkovskaya, muerta a tiros en el ascensor de su edificio.
Cuando Muratov llegó a Oslo en diciembre de 2021 para aceptar el Premio Nobel de la Paz junto con la periodista filipina Maria Ressa, advirtió que el Gobierno ruso estaba moviéndose hacia la guerra y dijo que los periodistas continuarían con su misión de dar testimonio.
Ayer, Muratov anunció que habían decidido subastar su medalla y dar las ganancias a los refugiados ucranianos.
Después de que Putin firmara la nueva ley sobre noticias falsas, Novaya Gazeta eliminó de su sitio web los informes que podrían verse como una violación y detuvo las operaciones en línea.
El periódico convocó otra reunión de emergencia, en donde se consideraron dos posibles cursos.
Cerrar, porque es imposible trabajar bajo las condiciones de la censura en tiempos de guerra o continuar.
“(Fue entonces) que escribimos un descargo de responsabilidad explicando a los lectores que nos quedamos a trabajar en condiciones de guerra, porque hay información muy importante que entregar, pero deben comprender que vamos a tener que censurarnos a nosotros mismos”, dijo Muratov.
Unos días después, Novaya Gazeta publicó su primera edición bajo las nuevas reglas.
El titular de la primera página decía: “Esta edición de Novaya fue creada de acuerdo con todas las leyes del código penal enmendado de Rusia”.
Los editores del sitio web se habían tomado una pausa para aprender nuevos estándares para no ser bloqueados o terminar en prisión.
Desde la ley del 4 de marzo, Novaya ha evitado usar la palabra “guerra”, “Operación especial” siempre aparece en el equivalente ruso de las comillas.
Una historia reciente describe a una madre rusa cuyo hijo pequeño fue enviado a Ucrania junto con otros reclutas. Otra informó sobre la muerte de soldados rusos.
En una historia reciente sobre las muertes de civiles en la ciudad ucraniana de Mykolaiv, la corresponsal Elena Kostyuchenko visitó la morgue y encontró los cuerpos de dos hermanas.
El camillero explicó que él es su padrino y que los trajeron en su turno.
“Por supuesto que los reconocí”, dijo.
Las fotos de los cuerpos acompañaban la historia. En un video adjunto, Kostyuchenko dijo a la cámara: “Yo personalmente vi estos cuerpos”.
Ayer el Parlamento de Rusia aprobó ampliar la ley de censura y prohibir la información “falsa” no sólo sobre el Ejército ruso, sino también a agencias gubernamentales rusas.
En su discurso del Nobel, Muratov presentó a la prensa libre como un agente contrario a tal despotismo, comparando a los periodistas con perros.
“Sí, gruñimos y mordemos. Sí, tenemos dientes afilados y un agarre fuerte”, dijo.
“Pero nosotros somos el requisito previo para el progreso. Somos el antídoto contra la tiranía”.