El actor, director y productor Robert Redford, que era a la vez el galán por excelencia de Hollywood y un influyente defensor del cine independiente a través de su Instituto Sundance, murió a los 89 años.

Considerado en su día “un rubio californiano más”, Redford se convirtió durante medio siglo, gracias a su encanto y su aspecto, en uno de los protagonistas más rentables de la industria y en uno de los astros del cine más reconocidos y queridos del mundo.

Redford aceleró el latido de los corazones en papeles románticos como “África mía”, se puso político en “El candidato” y “Todos los hombres del presidente” y desvirtuó su imagen de chico de oro en papeles como el de excampeón de rodeo alcohólico en “El jinete eléctrico” y el del millonario de mediana edad que se ofrece a comprar sexo en “Una propuesta indecente”.

El actor usó los millones que ganó para lanzar el Instituto y Festival Sundance en la década de 1970, promoviendo el cine independiente mucho antes de que lo pequeño y lo estrafalario estuvieran de moda.

Nunca ganó el Oscar al mejor actor, pero su primer trabajo como director -el drama familiar de 1980 “Gente como uno”- obtuvo el Oscar a la mejor película y al mejor director.

Sin embargo, sigue siendo más conocido por las dos primeras películas que hizo con Paul Newman: “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (1969) y “El golpe” (1973), que se convirtieron en clásicos.

A pesar de su química y de su larga amistad personal, Redford no volvería a formar equipo con Newman, fallecido en 2008.

“Butch Cassidy” convirtió a Redford, de ojos azules, en una estrella de la noche a la mañana, pero nunca se sintió cómodo con la celebridad ni con la imagen de estrella masculina que persistió hasta bien entrados sus 60 años.

“La gente ha estado tan ocupada relacionándose con mi aspecto que es un milagro que no me haya convertido en una masa de protoplasma acomplejado. No es fácil ser Robert Redford”, dijo en una ocasión a la revista New York.

Muy reservado, a principios de la década de 1970 compró un terreno en el remoto estado de Utah para su retiro familiar y disfrutó de un nivel de privacidad desconocido para la mayoría de las superestrellas. Estuvo casado más de 25 años con su primera esposa, de la que se divorció en 1985. En 2009 se casó por segunda vez con la artista alemana Sibylle Szaggars.

Redford aprovechó su estatus de estrella para buscar proyectos cinematográficos retadores y para defender discretamente causas ecologistas como el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales y la Federación Nacional de Vida Salvaje.

“Algunas personas hacen terapia. Yo tengo Utah”, comentó en una ocasión.

Si bien nunca mostró interés por entrar en política, a menudo defendía un punto de vista liberal. En una entrevista de 2017, durante la presidencia de Donald Trump, dijo a la revista Esquire que “la política está en un lugar muy oscuro ahora mismo” y que Trump debería “renunciar por nuestro bien”.