Todos los días escuchamos palabras altisonantes dirigidas al gerente de la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado, Gustavo Rivera, y al presidente municipal de Victoria, Oscar Almaraz, relacionadas con el servicio del agua potable y alcantarillado que tenemos… o debíamos tener.
Nos queda claro que ambos personajes de la política tienen mucho entusiasmo por trabajar, tienen ganas de hacer bien las cosas, pero alguien en su equipo de trabajo no está fungiendo como debe, y los resultados mediáticos no son lo que se espera: la gente habla mal de ambos personajes, muchas veces, sin saber las verdaderas causas del problema de agua que padecemos en la capital tamaulipeca hace años, y que tiene que ver con diversos factores: tuberías viejas, fugas de agua, desperdicio de algunos irresponsables e infelices que no tienen conciencia, así como la falta de lluvia.
En primera instancia, es necesario entender que cuando Rivera y Almaraz llegaron a la administración municipal la red de agua potable tenía muchas décadas de funcionar y no recibir el mantenimiento necesario.
Los tubos, como cualquiera otro, se hacen viejos y se echan a perder: se oxidan, se trozan y más, y es necesario su cambio. Nadie que tenga tres dedos de sentido común ignora eso.
Luego viene el problema de las fugas: hay que entender que la red cruza por toda la ciudad, y es prácticamente imposible que estén en todos los lugares detectando y reparando: hay límites para las pocas cuadrillas existentes, y no son pitonisos ni tienen bola de cristal para adivinar donde hay fugas. Si no reportamos, difícilmente se darán cuenta de todas esas fugas.
Hay algunas que la gente morbosa y sin quehacer, sin sentido de responsabilidad va y fotografía o filma y la sube a Facebook, para “acusar” a la Comapa de ineficiente.
Se olvidan que las redes sociales son auxiliar, no instancia legal, y que si no reportan a donde deben, difícilmente se tomará conocimiento de estas anomalías.
Es necesario responsabilizarnos y hablar a donde sea necesario, y al mismo tiempo, exigir a Rivera que ponga a trabajar a sus subalternos para que nos presenten un servicio eficiente, cosa que dista mucho de la realidad.
El desperdicio está a la orden del día, y ahí si tienen una tacha muy grande ambos personajes, porque sus inspectores se dejan intimidar por gente aparentemente conocida y poderosa de Victoria: los “politiquillos” de antaño, los viejos comerciantes y la gente con poder adquisitivo elevado que gasta agua regando sus prados y lavando banquetas, bañando sus vehículos y más, y lo hacen a cualquier hora, porque los inspectores no son capaces de siquiera indicarles el grave error, porque se arriesgan a ser despedidos como mínimo, amén de haber recibido un rosario de maldiciones de esos inconscientes y prepotentes malos ciudadanos.
Si Rivera fuera frente al Colegio Escandón, encontraría dos casas muy grandes, donde las empleadas domésticas salen a lavar las banquetas manguera en mano, con la impunidad que da el dinero.
Finalmente, la lluvia: si no llueve, no habrá más agua, y traerla de la presa Vicente Guerrero cuesta mucho dinero y no siempre se puede, porque contamos con un acueducto que ya rindi8ó y debe ser renovado y eso lo sabe el gobierno municipal y estatal: llegó a su límite, porque hemos crecido mucho como ciudad, y el agua es insuficiente ya.
Como podemos ver, el problema es muy grave, y más cuando Rivera y Almaraz no cuentan con mecanismos adecuados para informar a la ciudadanía y exhortarla a hacer buen uso del vital líquido.
Difícil es concientizar a los victorenses detrás de una mesa con un café caro y fino a la mano. Se requiere voluntad, preparación y vocación de servicio, de esa que algunos colaboradores de Rivera y Almaraz carecen. Debieran frenarlos y evita sigan gastando el dinero de todos en rubros que nada tienen que ver, ni con el equipamiento, ni con la instrucción y difusión, ni con el servir a la comunidad.

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