Si pudiera volver a empezar le pediría a Dios que me obsequiara el don de la sabiduría, con ello, sin duda podría entender que la vida no sólo se trata de lo que a mí me pasa o de lo que yo quiero, sino de tener la capacidad de sumarme al esfuerzo de todos para mejorar nuestras relaciones humanas y con ello, darnos la oportunidad de vivir en armonía para generar la paz que tanto nos hace falta.

Si pudiera volver a empezar, le pediría perdón a mi cuerpo por los daños que le he causado al mortificarlo con sufrimientos innecesarios, que ocasionan heridas difíciles de cerrar, infringidas por el falso orgullo, el egoísmo y la ira, heridas que no dejan de doler por privilegiar nuestra necedad al pensar que siempre nos asiste la razón.

Si pudiera volver a empezar, nunca dejaría de agradecerle a mi madre el amor incondicional que me ha obsequiado y la confianza con la que me crió, lo que me permitió desarrollar una personalidad autónoma para conducirme de manera justa y responsable respetando los derechos de los demás.

Si pudiera volver a empezar, dejaría de atesorar cosas materiales para empezar a guardar en mi corazón todos los momentos felices que he pasado al lado de mi familia, de mis verdaderos amigos y de las personas que han compartido conmigo su valioso tiempo para trabajar en proyectos de crecimiento espiritual.

Si pudiera volver a empezar, daría el primer paso con el pie derecho para no tropezar con obstáculos autoimpuestos, con el fin de demostrar que puedo solo, cuando la realidad es que, sin la ayuda de Dios, todos mis esfuerzos serían fallidos.

Si pudiera volver a empezar, le pediría Dios tener los mismos progenitores, porque me enseñaron a aceptarme como soy, con mis defectos y virtudes, lo que me permitió develar el misterio del porqué un hijo nunca debe juzgar a sus padres.

Si pudiera volver a empezar, seguiría defendiendo mi derecho a expresar los que pienso y más lo que siento, sin tener que descalificar o privar de su derecho de aquellos con los que pudiera no estar de acuerdo.

Si pudiera volver a empezar, pasaría de las palabras a los hechos, para poner en evidencia la verdad que me impulsa a escribir y me invita a caminar enarbolando la bandera de la fe para sanar a otros, bajo la guía y dirección del Espíritu Santo.

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