En terrenos del St John’s College de Oxford se descubrieron 37 esqueletos de hace mil años. Cuando los científicos analizaron el ADN de los restos descubrieron que uno tenía viruela. y no era el virus de la viruela que fue conducido a la extinción en los 70s gracias a un programa de vacunación. Pertenecía a una cepa desconocida que desapareció hace siglos. Es como si la viruela se hubiera extinguido dos veces. La historia de cómo surge amenaza viral es familiar: contacto cercano con animales infectados, el virus salta entre especies, el “paciente cero” que lo contrae primero, los superpropagadores que lo llevan. Lo que ocurre al final de la existencia de un virus, genera interés: ¿Por qué algunos desaparecen?
A medida que la amenaza que representan estas formas de vida es más fuerte, los científicos investigan. Un virus reciente en desaparecer fue el Síndrome respiratorio agudo grave (SARS) El mundo se enteró de él en febrero 2003, después de que la oficina de Pekín de la OMS recibe un correo que describía una extraña enfermedad contagiosa que había matado 100 personas en una semana. Los casos ocurrieron en Guangdong, provincia costera de China con restaurantes que sirven carnes exóticas. Los mercados húmedos estaban llenos de mapaches, tejones, palomas, conejos, civetas de palma, faisanes, ciervos y serpientes, que se despachaban en el lugar, donde comía la gente. Había tirados animales decapitados y destripados. Es claro cómo surgió SARS. Dos años después, el virus había infectado a más de 8 mil personas, 774 de las cuales murieron.
SARS tenía cualidades para dominar el mundo: de ARN, significa que evoluciona rápidamente, se propaga a través de gotitas expulsadas al respirar, difíciles de evitar. A los expertos les preocupaba que pudiera causar una devastación al nivel que VIH o la pandemia de gripe de 1918, que infectó a un tercio de la población y mató 50 millones de personas. Sin embargo, SARS desapareció abruptamente. En enero 2004 había pocos casos y a fin de mes, se anunció la última sospecha de infección natural. Paciente cero es la primera persona conocida infectada con un virus, no existe etiqueta equivalente para la última persona que lo contraiga.
SARS se extinguió por combinación de rastreo de contactos y peculiaridades del virus. Cuando los pacientes enfermaron, fue de gravedad, tasa de letalidad alta (20%), fácil identificar infectados y ponerlos en cuarentena. No hubo propagación de personas asintomáticas, el virus era de largo tiempo para incubarse antes de ser contagioso lo que dio a los rastreadores tiempo para encontrar personas infectadas antes transmitir el virus. Gobiernos e instituciones actuaron rápido. Liu Jianlun, contrajo el virus. Especialista en medicina respiratoria de 64 años, se infectó al tratar un paciente en la provincia de Guangdong. El 21 de febrero 2003, Jianlun viajó a Hong Kong. Se registró en el Hotel Metropole. Con síntomas respiratorios leves y fiebre ligera por 5 días, hizo turismo. Al día siguiente, sus síntomas empeoraron, fue a un hospital y pidió que lo aislaran. Había infectado 23 personas de Canadá, Singapur y Vietnam, que llevaron el virus a sus países, donde generaron brotes. La OMS estimó que 4 mil casos podrían rastrearse hasta Jianlun, quien murió. Sin ese esfuerzo global para eliminarlo y las características propias del virus, la pandemia podría haberse salido de control. Aparte de SARS, solo 2 virus se han extinguido: la viruela y la peste bovina. La guerra se ganó con vacunas, también está destinada a eliminarse la poliomielitis (los casos han disminuido en 99% desde la década de 1980) y el sarampión, aunque estos esfuerzos se han visto retrasados por la guerra, movimiento antivacunas y covid-19.
¿Ébola y gripe porcina? Es poco probable que se extingan porque no somos su único anfitrión. Los brotes de ébola terminan recurrentemente. Ha habido al menos 26 en África desde que se descubrió el virus en 1976, y son solo los que causaron casos como para que las autoridades sanitarias intervinieran. Ocurren cuando el virus salta de un animal, en general un murciélago, a un humano, que infecta a otros humanos. Mientras haya murciélagos, el virus siempre estará entre nosotros.
Con covid-19, el depósito somos nosotros, es un virus humano. Los científicos se preguntan, ¿se propagará de humanos a la vida silvestre?, lo que dificultaría más su eliminación. La influenza A, infecta patos y gansos, animales salvajes antárticos, como el petrel gigante. Causa la mayoría de casos de gripe estacional y pandemias. La influenza B, infecta humanos y focas, y no causa pandemias. Cualquiera que muriera antes de 1893 nunca se habrá infectado con cepas de influenza A actuales, pues los virus de la gripe que existieron en el humano hasta hace 120 años se han extinguido. La cepa que causó la pandemia 1918 desapareció, igual la que provocó el brote de gripe aviar de 1957, que mató 116 mil personas en EE. UU., y el tipo de gripe que circulaba en 2009, antes de que surgiera la gripe porcina. Cada pocas décadas, un tipo de gripe evolucionará a partir de una combinación de virus de la gripe antiguos y nuevos, provenientes de animales. Las cepas desaparecen cada dos años. Hay rotación muy alta. En lugar de adaptarse al ser humano, el H1N1 que causó la pandemia de 1918 y la gripe porcina, que ha desaparecido, realiza mutaciones inútiles o incluso dañinas para su propia supervivencia.
Los científicos sugieren acelerar este proceso, usar la rápida evolución de los virus humanos endémicos. El plan se enfoca en la biología de virus de ARN, que incluye patógenos más intratables, incluidos VIH, gripe, coronavirus y ébola. Al secuestrar la maquinaria de su anfitrión para copiarse, no realizan revisión en busca de errores. Hay diversidad genética entre virus ARN que les permite evolucionar rápidamente, por lo que cualquier vacuna o medicamento es obsoleto rápidamente. La gripe es un enjambre de secuencias genéticas diferentes, lo que hace difícil erradicarla, pues hay un virus que nuestro sistema inmunológico no reconoce y se infiltra sin ser detectado. Esta mutación es dañina. Da lugar a virus cargados de fallas genéticas que dificultan su propagación. Con el tiempo, conduce a su extinción.
Acelerar artificialmente la evolución viral con medicamentos que los estimulen a mutar a ritmo mayor de lo habitual podría ser benéfico, debilitar el virus para reducir la cantidad que circula en paciente individual y facilitar el tratamiento en enfermedad grave. Hay evidencia de que funciona: Ensayos en EE. UU., y Japón muestran que Favipiravir, inductor de mutaciones es eficaz contra la cepa de influenza H1N1. Hace que el virus de la gripe sea menos infeccioso. Cepas de virus, como covid-19 de las cuales hay al menos 6, podrían acumular mutaciones dañinas para ellas y hacerlas desaparecer. En India, hay pruebas de que esto sucede de forma natural. El virus muta a ritmo asombroso y sugiere que va a un precipicio evolutivo el mismo.
Espero que sea un período en el que podamos reflexionar sobre qué tipo de enfermedades queremos erradicar. Hay muchos patógenos por ahí, la gente ignora cuántos. Tal vez covid-19 inspire una revolución científica y el concepto de contraer resfriados o gripe cada año se volverá tan extraño como preocuparse por la viruela.