Qué paradojas tiene la vida, que teniéndote tan cerca todos los días, tenga que extrañarte tanto porque te falta tiempo para platicar conmigo, y cuando pareces tenerlo, no me tienes paciencia, pues te sale un nuevo trato para quien te pide complacencia; por eso, he decidido platicar largo y tendido con tu hermoso retrato, aquél que me diste el día en que tendrías que separarte de mí, por cumplir con tu trabajo.

HABLANDO CON TU RETRATO
En uno de esos días, en los que el tiempo parece prolongarse y tienes la sensación de estar frente a un momento valioso en tu vida, cuando ya no te anima ver las cuatro paredes que te han acompañado en silencio durante tantos años, cuando el pasillo permanece callado, recordé, que a pesar de encontrarte relativamente lejos podía platicar contigo viendo tu retrato y te dije suspirando: Pero qué hermosa eres, no has cambiado nada, gozo al ver la viveza de tu mirada y puedo sentir cómo el amor sale por tus grandes ojos, y por gracia de Dios, me estás viendo a mí y por ello me siento tan feliz de ser el motivo de ver reflejada en tu cara la felicidad que ambos merecemos. Estoy tan cerca de ti y muero por tocar tus cabellos, deslizar ms dedos entre ellos, hasta tocar suavemente tus hombros, tomarte delicadamente por el cuello para acercarte a mi cara, y sin perder de vista tus labios entreabiertos que me piden calladamente los besara, más antes de llegar a ellos me detengo, porque veo bajar lentamente por tus mejillas dos lágrimas, conteniendo un sentimiento que mi corazón no logra describir, y pienso ¿qué habré hecho mal? Qué torpeza de mi parte el no saberte tratar, perdóname por ser un salvaje, pero es que, tal vez esto de estar enamorado por primera vez me ha vuelto un ignorante. Déjame secar tus lágrimas antes de que lleguen a tus labios, porque podrían ahogar el beso que te quiero dar, porque tal vez, no sean las últimas, porque sé, que no las derramas por mí, sino por lo que vas dejando atrás. Y yo, con mi tirano amor te he de arrastrar en mi locura, haciéndote sufrir por mi eterna necedad de pedirte que me ames como te amo yo a ti.
Déjame seguir hablando, aunque sea a tu retrato, déjame contemplarte una y mil veces más, deja creer que esas lágrimas las derramaste por mí, porque igual me amabas con locura y no por el futuro dolor que a mi lado, este amor desesperado, habría de causarte.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com