No quiero pensar cómo se van los días, no quiero sentir que estamos dejando ir nuestros mejores momentos, y todo por abrumarnos por tantos desencuentros, algunos míos, otros tuyos, pero los más, ajenos. Dejémonos consentir por el amor que sentimos desde aquel primer día, hagámoslo tan lento hasta que el tiempo se detenga, hagámoslo hasta quedar totalmente convencidos de que nuestro amor es eterno.
COMO EL PRIMER DÍA
Acaso con el tiempo a los dos se nos olvida
amar con el fervor, de aquel primer momento,
cuando la felicidad llegó y dio calor a nuestra vida,
al hacer del gran amor, un divino mandamiento.

Por qué el quebranto debe ser siempre la salida,
cuando de tanto caminar, se presenta el aislamiento,
pensando que el amor no forma parte de la partida,
sintiendo que el dolor genera cruel resentimiento.

Vivamos siempre enamorados y que el Señor decida,
olvidémonos del tiempo y recuperemos el aliento
para seguir amándonos y tener el alma agradecida
dejando que el amor de Dios, sea nuestro alimento.
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