Que tu corazón encuentre la paz en el amor de Dios, porque el mío es demasiado impuro para dártela y que en un profundo suspiro se esfumen los malos recuerdos que tienes de mí.
Si mi tiempo no fue tu tiempo y el caminar a mi lado sólo trajo a tu alma tristezas y aprensiones, te pido al menos me perdones, soy tonto y torpe ya lo ves, porque el haberte hecho daño, a mí también me causa tristeza, aunque haya tenido mis razones.
Si pudieras creerme que el Señor nos pone a prueba, no para caer en el pecado, sino para tener conciencia plena de lo mucho que lo necesitamos para ser salvados, ante tantas tentaciones y malas decisiones.
Parece ser que los dos nos hemos extraviado, yo buscando un Dios para pedirle me dijera por qué el amor suele doler tanto en ocasiones, y no resulta ser el bálsamo para curar nuestras heridas no deseadas y las bien merecidas; y tú que dices amar a Dios y tienes un corazón lleno de un orgullo, que te hace sufrir y te hace tanto daño, por qué no puedes perdonar al hermano que hay en mí, y con el tiempo me has hecho sentir un ser inhumano, considerándome enemigo tuyo .
Hace tantos años que nos vemos y tratamos como si fuéramos extraños, me ves, pero no me observas, me hablas, pero no me dices nada, vives enojada fingiendo que eres tan feliz y con ello me haces daño.
Le pediré a mi Dios que te ilumine y te obsequie la sabiduría suficiente para que en un instante y de repente, su misericordia te alcance como a mí, que nací siendo pecador, pero lo conocí a él y sé que me perdona, porque su amor es tan puro, no me juzga, me ama y me comprende, como te comprende a ti.
Esto que te digo aquí, no lo expreso para que te enojes conmigo, pues lo que más deseo es verte feliz, que Dios me conceda este ferviente deseo que nace de mi corazón para ti, porque si regresa a mí la mujer que en un principio conocí, más feliz sería yo contigo, porque entonces con certeza sabré que nunca te perdí.
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