CON EL ALMA EN LAS MANOS

Y tomé en mis manos, lo que pensé, quedaba de ella,

esperando que en polvo se convirtiera al instante,

entonces, asustado cerré mis puños desesperado,

para evitar que un viento inesperado, la alejara de mí,

y en esos instantes de triste infortunio indeseado,

pensé en los momentos felices que a su lado viví,

entonces… entonces, mirando al cielo le dije,

Padre, tú me la diste, y ahora, ahora me toca a mí hacerla feliz.

Así pasa en la vida, que para ser feliz, no hay quien decida,

tú me miras a mí como si lo tuviera todo arreglado,

Y yo te veo a ti pensando para mí, que se hará todo,

todo, como tú lo has planeado, que yo, que yo como quiera, soy feliz,

pero bien sabemos los dos, que será como el Señor lo ha deseado.

Tomé en mis manos lo que quedaba de ella, pensando,

pensando que era sólo una ilusión, y al verme tan angustiado,

abrí mis puños antes cerrados, para ver lo que había dentro de mí,

y cuenta me di, que el amor que me movía para hacerte feliz,

era un trozo de corazón palpitante, del bendito corazón de Jesús

era pues, su divina esencia lo que dejaba en evidencia ,

que lo único que Él quiere de mí y de ti, es que vivamos la vida

que vivamos, para hacernos mutuamente feliz.

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