ANSIEDAD

Sea mi voz un murmullo, cuando mi pobre orgullo,

de dolor, se siente quebrantado.

Sea mi mirada tan fugaz y austera, que no quisiera

ver más allá de lo apreciado.

Sea mi fuerza una expresión inversa a la necesaria,

para sentirme un hombre resignado.

Sean mis letras un arco y una fecha, para ir tan lejos,

y tener en mi conciencia que he acertado.

Sea, por mi altivez,  humillado, al pretender ser escuchado

cuando mi narrativa no es del agrado.

Sea culpable de mi insistente inquietud el tiempo

de la soledad, al estar desocupado.

Sea por mi actitud persistente juzgado, por robarle el tiempo

 a quien sí está ocupado.

Mas, ¿qué sería de mí y de esta herencia que desconcierta,

que en el ayer y en el ahora, me mantiene acosado?

Si no soy yo, quién es el osado que asalta mi mente

y con ello, mi intelecto tan preciado.

Y si no fuera nadie, sólo esta ansiedad perenne,

la que me tiene atrapado.

¿Será esta aflicción una terapia bendita,

para acallar la voz de un corazón atormentado?

La verdad, no lo sé, pero así como existen

los que se quedan callados, están los que siempre han hablado.

Correo electrónico:

enfoque_sbc@hotmail.com