Felizmente victoriosa
¿Y dónde quedó tu sonrisa hermosa?
Dónde la poesía y la prosa,
dónde la inspiración color de rosa,
que fundía tu corazón con el mío, en una sola cosa.
¿Y dónde quedaron los juegos de mi niña tan amorosa?
Dónde la ocurrencia melosa,
Que de toda situación la hacía salir airosa.
Hoy te ves por demás calmada, diría, silenciosa,
como midiendo el camino de forma caprichosa.
Hoy te veo pensativa y por demás quisquillosa,
como si tuvieras miedo, pues estás un poco temblorosa.
No te intimide la enfermedad que nos acosa,
que te hace ver la vida, como una ilusión gris y tenebrosa.
Todo pasará mi bien amada, y de nuevo serás dichosa,
y yo estaré esperándote, para disfrutar de tu energía vigorosa,
para seguir brillando, con tu simpatía maravillosa.
Regresa a mí, niña consentida, con tu alegría contagiosa,
para hacerme feliz con tu risa y actitud jocosa,
porque con la gracia de Dios, saldrás de todo victoriosa.
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