¿Qué mal te hace si hablo de amor? ¿Acaso prefieres que te hable de aquello que te causa dolor? Dices que te aburres en ocasiones de tantas palabras que denotan un reproche, pero que te invitan a ver la diferencia entre el estar bien y disfrutar todo en la vida, o el sufrir como si estuvieses pagando una condena no pedida.
Qué mal te hace el saber que el amor es dulce, te alegra y alarga la vida; por qué darte entonces por vencida, y preferir la amargura que te causa el saber que de tan afortunada que eres, por amarte con locura, no logras entender el por qué has sido elegida para llevar lo que parece una buena vida.
Qué mal te hace el saberte amada y bien correspondida; yo sé que puedes disentir de lo que yo te diga, porque la naturaleza humana es así, es tu derecho, y respeto tu voluntad como si fuera mía, de otra manera, no podríamos coincidir en aquello que a los dos nos da libertad y nos llena de sentimientos buenos, después de que pasan las tormentas que enfrentamos en la vida.
Qué mal te hace el saber que quiera lo mejor de ti, si al concederme tu amor me das todo lo que a mí me inspira, para hablarte con el corazón que aspira a ser el único que ames en tu vida.
Que mal me hace a mí el no poderte comprender, y darme cuenta a la primera, que soy el egoísta de siempre, que está en espera de que me quieras sólo a mí. Pero has de saber que ya no quiero causarte más quebranto, por eso, dejaré de ser el causante de tu amargo llanto, y por eso, me dejaré querer por ti y a tu manera, no importa lo que tenga que pasar, pero ese amor tan posesivo y demandante, no será el causante de que te olvides tú de mí.

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