Habiendo una sola forma de amar, yo reconozco en tu inocencia, una total complacencia, por decirme a tu modo, que no me has dejado de amar; y no es porque encuentre acomodo, por querer seguir sintiéndome amado, la verdad, es que necesito sentir, que no me has dejado de amar por estar yo alejado de ti; y aunque sé que por tu edad, pudieras estar confundido, no dejo de admirar, que se asoma en tu límpida mirada, un destello de nostalgia, algo así como un recuerdo del ayer, cuando en mi calidad de abuelo te podía yo tener tan cerca, para disfrutar tu grata presencia, que me hacía tan feliz.
Y si de recuerdos se trata, aunque sean ya muy lejanos, tengo siempre entre mis manos, un dibujo que hiciste para mí, en él me veo tomado de tu mano en alegre caminata, para ir a comprarte el antojo que me solías pedir. ¡Ah¡ cómo te gustaba el pan recién horneado, adornado con aquellas vetas de dulce azúcar blanca, dos piezas me pedías sólo para ti, mismas, que con la indeseada lejanía que me separa hoy de ti, ahora, al no poder cumplirte como tú querías, pensando tal vez, que el regalo se me olvidaba y ese era el motivo que me alejaba, triste vi muchas veces tu semblante desencajado, pensando que ya no te quería, cuando más que amarte, te adoraba.
Para un abuelo, el amor de un nieto no pasa sin ser reconocido, ayer ya no me pediste conchas, cuando de lejos te veía alcance oírte decir: Abuelo, abuelo… ya no me traigas conchas, tráeme algo que te guste a ti, pero tráemelo todos los días, saca tu mano por la ventana, cuando pases por mi casa y muéstrame el regalo, aunque este no llegue a mí, sólo así podré sentir que aún me amas, como yo te amo a ti.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com