Amor de mis amores
Sus labios apenas rozaron mi mejilla,
y ella amorosamente me compensó
aumentando el número de besos,
y lo mismo que ayer, su tierna caricia
me hizo sentir de nuevo como un niño.
Hoy el tiempo doblegó su fuerza física
no así la voluntad de su amor confiable,
que indomable se resiste a dejarse vencer.
Hoy su límpida mirada sigue siendo amable,
dejándose querer por la luz que la ilumina,
porque sabe que el espíritu de Dios la anima,
a continuar con su dulce amor que no termina.
Es la dulzura que emana de su ser maravilloso,
como suave brisa que acaricia a la vida misma,
que se prolonga a través de la gratitud y el gozo
de saberse siempre tan amada y tan querida.
Todo sigue en santa paz por la fe y en armonía
Dios escucha del corazón la voz tan consentida,
lo muestra en su sonrisa y en su amor de madre
y yo, tan afortunado y dichoso por ser su hijo,
me uno a su eterno espíritu divino, que afanoso
en su esfuerzo a seguir, despierta cada día.
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