Qué hermoso despertar, al ver cómo en tus labios de diosa dibujas una sonrisa temprana, cuando seguramente aún sueñas en lo que más te agrada, mientras que el primer rayo del sol entra presuroso por la ventana.
Qué afortunado soy, al poder contemplar tu figura sensualmente relajada en la mullida cama, mientras disfruto del armonioso canto de la alondra que nos anuncia que habrá una esplendorosa mañana.
Quisiera por unos momentos tomarme el atrevimiento de besarte y con ello despertarte, pero presumo que estés tan cansada que quisieras quedarte más tiempo en la cama.
Cerraré mis ojos, con la esperanza de dormirme de nuevo para enlazar mi sueño al tuyo y alcanzar la dicha que en ese mágico momento te llena de dicha y que se refleja en tu amada sonrisa.
Mas detengo mi intensión profana, al invadirme un profundo miedo, por pensar, que no estoy en tu amado sueño, que no es a mí a quien sueñas, que te podría despertar y en la desagradable angustia, y con un merecido reclamo, me pidas que te deje dormir, que me vaya de tu lado.
Mejor me quedo quietecito y muy callado, te prometo con toda sinceridad que no me voy a mover, que la mirada con la que te contemplo en esta maravillosa mañana, se quedará congelada, hasta que los rayos del sol que entran por la ventana, lleguen a tu linda cara, y sea su calor, el cómplice que simule el ardiente beso que te daré.
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