La prueba

El viento llevó a mis oídos un pensamiento reprimido, que no queriendo seguir oculto, escapó de la prisión que lo mantuvo cautivo, para cumplir el voto de silencio al sentirse el corazón herido.

Que nadie lo sepa, murmuró el viento un tanto arrepentido, moviendo a voluntad mi cabeza como el ondear de una bandera que, a pesar del triste desafío, mantiene firme su entereza, por el orgullo de saberse inocente, de la culpa que el enemigo no confiesa.

¿Castigar a quién? Preguntó la presunta víctima ahora presa, ¿acaso al que hizo de la ausencia un dolor muy suyo? ¿o al que reza pidiendo perdón por su torpeza, olvidando que ninguna alma puede salir libre y menos ilesa, cuando se apropia de lo que no es suyo y lo reclama para sí, cuando calladamente su amor profesa y lo disfraza de coraje, convirtiéndolo es supuesta queja?

Viento solitario que buscas redimir a la mente confundida, dueña del pensamiento del que se siente solo y deprimido, que oculta para sí la verdad, para no sentirse derrotado, sin saber el acusado, que el amar jamás fue un pecado, pero sí un motivo para desafiar a los que juzgan sin pensar y desquitan su coraje, con los que tienen algo que envidiar.

El viento siguió de largo, tal vez no le agradó que el poeta salió victorioso de la prueba de la incertidumbre, no hubo sorpresas, el sujeto estaba ahí, precisamente en el tiempo y en el espacio, cuando aquel pensamiento reprimido pasaba junto a él.

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