Amigos

Tengo amigos que están cerca y por ello doy gracias a Dios, otros que, aunque alejados me recuerdan, más me preocupan los amigo que de nuestra amistad ya no se acuerdan, porque creo que más que olvidarse de mí, ha querido, con su ausencia, aparentar que nuestra amistad no existió.

Tengo amigos cercanos, que, por estarlo, los siento como hermanos y como tal, en ocasiones se desconcierta, porque mi actitud fraterna pareciera ya no reconocer sus alegrías y sus penas.

Tengo amigos que, por estar lejanos, muchas veces los siento cerca y me veo paseando junto a ellos en bicicleta por la cercanía del espacio consentido, y cuyas madres están ausentes y nos ven desde el cielo, esperando nuestro nuevo encuentro, para avivar los recuerdos de la infancia.

Tengo amigos que, de mí, ya no se acuerdan y en verdad entristece por ello el alma mía, tanto, que al mirar su retrato y verlo sonreír, me pregunto si de esa sonrisa aún tiene el recuerdo de la amistad que mucho estimé y consentí.

De mis amigos que representan la experiencia, con ellos, logré obtener la bien ganada sabiduría, a través de su amable consejo, son los que siempre me quieren ver feliz, los que me protegieron en los momentos de mi desbocada energía, los que cuidaron de mí como si fueran un hermano mayor en mi vida.

Los amigos de las vivencias de mi juventud, aquellos con los que mucho me divertí en la edad ilusionada, con los que compartí los mismos gustos por la música, los sueños de aventura y los autos de potentes motores, veloces, no se diga; los que estimaron una pronta distancia, me recuerdan la cofradía estudiantil.

Los amigos que representan tal vez el interés efímero del momento, los que valoraron tan sólo lo que pudieron recibir, los que se alejaron sin despedirse, porque ya no esperaron recibir más de mí, los de aparente corazón superficial, calculadores y prácticos, tal vez, los más analíticos, los únicos que sí supieron lo que querían, los que ya no quieren saber más de la amistad que les ofrecí.

A todos los amigos los quiero por igual, de su amistad no me arrepiento, no importa que pase el tiempo, no importa que, en la terrible tempestad de la incertidumbre o el desconcierto, pudiese surgir la duda de nuestra amistad, porque en la paz de mi alma, donde siempre está el amigo que no me abandona, estarán compartiendo conmigo y con Dios, el universo.

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