En este ir y venir de las horas cautivas, el día es demasiado corto, y la noche sólo es un sueño de mediodía, sí, de esos que parecen privarte de todo cuanto sucede en tu vida, pero sólo dura un instante engañoso, donde tu cuerpo, que anhelando el reposo, cerró los ojos, para despertar angustiado, sintiéndose tan pesado, que apenas puede moverse un poco.

En este ir y venir, producto de lo inesperado, me da igual estar de pie que acostado, hablando poco, anhelando mucho, entre triste y esperanzado, poniendo un pie en lo más limpio, por un miedo escrupuloso, para no caer al pozo que espera al desesperado.

En este ir y venir de nuestro reencuentro amoroso, hemos dejado ir las rutinas anquilosadas, para buscar entre nuestras risas y sollozos, el punto medio sin prisas y sin sarcasmos embarazos, y poder amarte así, y tenerte entre mis brazos, al no estar desesperado, pensando en que en un abrir y cerrar de ojos, tendría de nuevo que despedir mis cálidos deseos y mis antojos.

En este ir y venir sin sobresaltos y sin enojos, puedo mirar de nuevo tus lindos ojos, para buscar en ellos, la dulce mirada de aquellos días maravillosos, en los que no importaba nada, sólo el amor que destilaba mi corazón amoroso, al besar tus ardientes labios rojos.

En este ir y venir de nuestras vidas, otrora apresuradas, a Dios le doy las gracias por el bendito e inusual reposo, si acaso estoy ansioso por buscar la salida, no es para huir de nuestro hogar maravilloso, es para llevarte conmigo al paraíso, para llenarte de gozo, para respirar a nuestras anchas del aire del campo hermoso, para llenarnos de vida nueva, para disfrutar la compañía de familiares y amigos, y abrazar la paz que nos ofrece el Señor, cuando llegue la tan anhelada armonía.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com