Diálogos con María
¿María, por qué esa cara? Porque esta cara es la mía.
¿María, que te preocupa? Me preocupa que se preocupen.
¿María, acaso estás enferma? ¿Enferma yo? no, enfermos los que no comprenden; enfermos los que no saben distinguir lo ordinario de lo extraordinario, ¿por qué habría de extrañarles el que sea diferente? yo como tú, no soy de aquí, pero me estoy adaptando, el tiempo me lo exige, el capullo de mi evolución empieza abrirse, el universo mismo está en transición y adelanta la transformación generacional para poder darle sustentabilidad a la creación, hoy la situación exige madurar más temprano, y ajustar la traslación del estado intelectual de ayer al de hoy, no resulta ser nada fácil, el pasado y el presente, aún pesan demasiado.
¿María, de qué estás hablando? Lo sabes bien abuelo, no me decepciones, a ti también te tocó madurar temprano para poder enfrentar tu presente y soltar tu pasado, para abrirle camino a lo que viene.
María, disfruta tu tiempo. ¿Acaso tú has disfrutado el tuyo? Claro, lo he disfrutado a mi manera. El disfrute a tu manera no resulta ser el acostumbrado por quienes han vivido ensimismados, pensando siempre en superarse unos a otros, sin importar los medios, sin importar los daños; los que buscan en lo material la felicidad, olvidándose del espíritu.
Abuelo, dicen que soy grosera porque digo lo que pienso, porque defiendo mi derecho a vivir como me lo exige mi tiempo; abuelo, dicen que soy inquieta ¿Acaso el calor que se genera por la negatividad de los pensamientos anquilosados, no es el combustible que calienta el ambiente para que los que hemos despertado, y empezamos a bullir para pasar de un estado del ser, a otro?
María, siempre ha habido motivos que promueven cambios, ya sea en las personas o en la sociedad misma, procura que los cambios que empiezan a evidenciarse en tu persona, sean siempre positivos, porque de no serlos, tu actitud podría también ser el combustible, para que otros a la vez, se vean en la necesidad de cambiar para adaptarse a esa nueva generación, que como la mía, espera que El que viene, encuentre agradable el camino ya construido y no tenga que abrir uno nuevo, transformando todo cuanto existe, para darle cabida a otra especie de ser, que para nada sea a imagen y semejanza del humano.
Abuelo, te amo. Yo también te amo María, se tú misma, la amorosa criatura de la cual sus padres se sienten orgullosos, ahora ve con ellos, sonríe y abrázalos, porque ellos igual te aman, como yo siempre te he amado.
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