El que conoce el verdadero amor, ama toda la vida, el que ama a su primer amor, la amará eternamente, yo te amo sin ninguna duda, lo digo sin temor, y más te amo hoy, porque mi maestro en el amor, ha sido Jesús mi salvador.

 

Como el primer día

Ámame como el primer día, duce y suavemente,

inicia, sí, con el sutil embrujo de tus lindos ojos,

y el fino toque de tus dedos rosándome la frente.

Acércate, para sentir el calor de tus labios rojos,

y en loco frenesí, calmar mi sed de ti en esa fuente

donde mi gran amor por ti, sació todos los antojos,

y convirtió nuestra pasión, en poesía ardiente.

Ámame de corazón, para que se abran los cerrojos,

donde está la razón de vivir enamorada eternamente

de este incomprendido poeta que tuvo los arrojos,

de amarte sin pensar, que el egoísmo estaría presente.

Ámame, como cuando temblaba al cerrar los ojos,

y me volvía loco, pensando que podría perderte,

y al fragmentarme, unías rápidamente mis despojos.

Yo no quiero amarte más, con locura y ciegamente,

quiero amarte como el primer día, dulce y suavemente.

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