Nacer contigo mi Señor, es mi mayor alegría; seguirte por siempre, es mi destino; más yo sé que, en el camino, habré de caer por mi flaqueza y mi osadía, pero tendré el consuelo de tu amor por mí, y me levantaré de nuevo, para seguir tus amadas huellas.

 

CONVERSIÓN

Que me ha nacido en el corazón el amor por ti,

dejándome llevar por el encanto de tu palabra viva,

y como frágil hoja me desprendí de la enramada altiva,

para caer sin vida, en el brioso río de aparente nada.

Y después de un largo e insospechado recorrido,

me quedé tranquilo, en el remanso de paz y de consuelo,

que me diera el dulce y suave tono de tu voz pausada.

Fuente inagotable de amor tan anhelada

de agua pura y cristalina, que me permite ver en tu alma,

el reflejo de la mía, desde el primer segundo que me dieras vida,

para perderme desde entonces, en la nítida claridad del día,

dispersando mi energía, en la luz de tu amor y su alegría,

sintiendo cómo tu presencia y tu poder, me protegía

de la ignorancia que ciega y ensordece el alma mía,

y del actuar del que no tiene fe, que, como yo, no te conocía.

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