Resiliencia espiritual

Qué difícil resulta el darse por vencido,

al pensar que todo lo que sigue es esperar,

qué difícil es aceptar el dolor sin ser herido,

y que debes caminar, sin parar a descansar.

Qué difícil resulta dejar de ser el ofendido,

cuando la ofensa inferida es por fracasar,

qué difícil sentirse por ello incomprendido,

cuando hablas por estar abrumado por pensar.

Qué difícil es estar muy triste, enojado y resentido,

al no sentir que por amor se te puede perdonar,

qué difícil es aceptar que estás siempre confundido,

por todo lo negativo y nocivo que tuviste que cargar.

Qué difícil resulta recuperar lo bueno que has perdido,

cuando el tiempo ha cobrado lo que tuviste que pagar,

qué difícil arrastrar las cadenas de estar hoy arrepentido,

y pensar que, con ello, tus heridas ya no pueden sanar.

Lo difícil es el creer que en lo que ahora te has convertido,

no tiene solución, y que nadie que te amé te podría ya salvar,

recuerda, has sido salvado por Dios y por su hijo bendecido,

que murió por amor, para vencer lo que te podía condenar.

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