Un día le pregunté a Dios dónde estaba el paraíso y él me contestó, que lo estaba viendo tal y como lo hizo; confundido, busqué desesperado a mi alrededor, y sólo encontré un gran espejo enmarcado en color oro cobrizo, reflejando en su interior al divino Padre con su Hijo.
Siembra tu paraíso.
Mira como el pájaro gris de la inconciencia
trina en el árbol de la desesperanza.
Mira cómo se aleja la luz de la paciencia,
cuando se ha perdido la confianza.
Mira que de tanto dudar se pierde la inocencia,
para dar paso a la venganza.
Mira, no quieras perder la paz de la conciencia
al perder la bienaventuranza.
Mira que es más fácil pedir a Dios audiencia,
que a los de imagen y semejanza.
Mira al espejo donde hay perdón y clemencia,
adora a tu Señor en alabanza.
Mira el corazón del Hijo, ahí hay amor en abundancia,
y haz de tu cruz el paraíso de labranza.
Y llena tu vida de flores de color y su fragancia,
para que estés en armonía con su alianza.
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