Despierta y sé feliz

Si piensas que eres dueño de tu vida, primero pregúntate por qué desperdicias tanto tiempo en atender situaciones que sólo generan energía negativa. Es tanta la adicción al sufrimiento, que el mismo Cristo no termina la pasión, por sentir el peso de la cruz imaginaria que denota una actitud, tan obsesiva y compulsiva, que te angustia, te entristece y te tiene el alma deprimida.

Suelta ya las cadenas opresivas que te atan a una dimensión desconocida, que hace que te impongas un tormento sin sustento y lleno de mentiras, recuerda que el Señor te dio el soplo de la vida, cuando por el amor de tus padres fuiste concebido.

Piensa, sí, pero piensa en positivo, para que tu cuerpo se cargue de la vital energía constructiva, la vida te ofrece tiempo y espacio para que seas por todos consentido, para que la luz del sol te ilumine, deja que el espíritu ría, que el viento te abrace y te limpie de todo el mal que te asecha día con día, para que tu propia luz te de calor y conserves tu brillo tan sublime.

¿Qué la vida te castiga, dices? No te mientas, el castigo y el abismo en que te encuentras, es producto de tu mente confundida que te hizo perder el equilibrio emocional, que estando en armonía, siempre te dará la paz y la felicidad tan anhelada y requerida.

Al mal tiempo, pon siempre buena cara, éste no es el momento para renunciar a la buena vida que tienes olvidada, por llenar tu cabeza de pensamientos funestos, grises y tenebrosos, el ser feliz no requiere de trabajos sufridos ni forzosos, que fragmentan tu integridad y los días tan gozosos.

Respira a profundidad y con verdadera alegría, para que no se te olvide que eres dueño del tiempo y del tu espacio, que de Dios amorosamente recibiste, que tu cuerpo  sienta el gran impulso que te da el aliento de vida, que él te obsequia, y te pone en movimiento en este universo que también es tuyo; despierta y sé feliz, consiéntete como hijo suyo, y disfruta de tu herencia con valor y con orgullo.

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