Mira que, de vez en siempre, me gusta asomarme por la ventana, para ver el ayer que a tu alma hermana con la mía. Mira que, si me dejo ver, alma mía, es para volverte a decir cuánto mi corazón te ama.

Aún te puedo decir.

Aún tu mirada preciosa es el espejo

del agua clara y pura del manantial

que brota de la cima de la montaña.

Aún tu fina piel otoñal, conserva

el influjo ardiente de una noche de

luna y pasión del ayer primaveral.

Aún tus cabellos castaños persiguen

al viento imprimiendo la fuerza a las

olas teñidas por la blanca espuma.

Aún la humedad de tus labios hermosos,

resbala en mi cuerpo extasiado que

tiembla gustoso al sentirse amado.

Aún nuestros cuerpos ansiosos se funden

y hacen hervir nuestra sangre y de tanto

amar el deseo se nos hizo costumbre.

Aún en el cielo de sueños perdidos,

te busco en mi mente, diciéndote a

gritos lo mucho que te amo y deseo.

Aún te puedo decir tantas cosas hermosas

que brotan de mi corazón sincero, porque

este amor, por Dios, no sabe decir otras cosas

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