El pasado 29 de Mayo tuve el honor de presentar mi libro Apuntes para mis hijos, en el Patio Central del Congreso del Estado de Nayarit, siendo privilegiada de escuchar el análisis de la obra en la voz de tres mujeres excepcionales, a quienes agradezco infinitamente sus palabras.

La Periodista Arcelia García, directora y fundadora del portal de comunicación “Nayarit Presente”, la Sra. María Eugenia Espriu de Delgado, esposa del exgobernador Celso Humberto Delgado,  ex Presidenta de los Sistemas DIF y Voluntariado de Nayarit y de la Dra. Lourdes Pacheco Ladron de Guevara, Investigadora emérita de la UNAM, en cuyas palabras me quiero detener el día de hoy, destacando la visión crítica de su análisis, dejando pendientes, para posteriores artículos los emotivos mensajes emitidos tanto por la Periodista Arcelia García, como por la Sra. María Eugenia Espriu de Delgado.

 

Palabras de la Dra. Lourdes Pacheco Ladrón de Guevara.

El título Apuntes para mis hijos, me remontó al libro con ese mismo título escrito de manera manuscrita por Benito Juárez en 1866 . Releí un poco las notas de ese libro, así que dentro del espíritu de ese ilustre mexicano, Benito Juárez emprendí la lectura de este libro escrito por Luz del Carmen Parra.

Ella da cuenta de una generación de mujeres que realiza la transición de la maternidad sacrificial a una práctica de nuevas maternidades, para ello realizó varias estrategias, entre ellas, retrasar la entrada a la maternidad en comparación con mujeres de la generación anterior, lo que da la posibilidad de realizar proyectos personales que de otra manera hubiese sido difícil o más difícil.

Aquí tenemos entonces, uno de los temas fundamentales que atraviesa la identidad de las mujeres, porque por una parte tenemos el mandato de la maternidad romantizado,  la madre sacrificada y que se quita el bocado de la boca, y por la otra, un proyecto de vida que requiere de otras formas de asumir la maternidad, no de renunciar, sino de otra forma de hacerlo.

Es importante resaltar la toma de conciencia que la maternidad representa para las mujeres, porque el nacimiento del primer hijo o hija para muchas mujeres significa cambiar los planos de significado de la vida propia.

No ocurre lo mismo en la vida de los varones, para quienes el nacimiento de sus hijos carece de esa dimensión. Vamos a decir que la maternidad para las mujeres nos ata a la tierra,  nos da un principio de conciencia.

En el presente libro asistimos al relato de la experiencia de la maternidad, en el que el hogar se convierte en un microcosmos donde el agradecimiento debe privar en los diferentes momentos ya que el agradecimiento es también un principio de corresponsabilidad, dejar de lado la sumisión y el autoritanismo que reinó en las relaciones de antaño ese ánimo de dominar y controlar para crear concensos al interior de los hogares.

Los apuntes para los hijos, es también una ocasión de reflexión personal.

Fíjense todo lo que se propicia con la reflexión sobre la maternidad, pero no solo eso, Luz del Carmen Parra se convierte en heredera de la genealogía de las mujeres de la familia y en transmisora, porque dice “de mi madre aprendí su espíritu emprendedor y su instinto de superación”.

Aquí encontramos entonces, un hilo conductor de la genealogía de las mujeres, donde la generación a la que ella pertenece recuerda  a la anterior, con sus luces y sus sombras. De esa genealogía de mujeres valientes, viene Luz del Carmen, mujeres que aprovechan el contexto para crecer ellas y sus hijos. Ella como otras, vienen de mujeres no vencidas, ni ocultadas en el hogar.

Quiero resaltar, la educación en emociones que narra la autora a lo largo de los textos de los que está compuesto el libro.

La autora se afana por educar a sus hijos en emociones positivas, lidiar con las negativas y aprender a conocerse para que se conviertan en adultos equilibrados y a su vez poner en claro sus propias emociones, es una de las riquezas del libro porque a cada momento si se abre el libro en cualquier de sus páginas,  lo que leemos, es esto: el asalto de las emociones. Lejos de ser un texto de la racionalidad, se trata de un testimonio donde la autora reconoce los diferentes estados de ánimo, las vicisitudes de llegar a una resolución y la manera de realizar concensos consigo misma.

Luz del Carmen también preparó a sus hijos para nuevas masculinidades, al dejar de considerar las labores del hogar como labores de las mujeres, y redistribuirlas entre sus hijos varones.

Por ello, sin duda, como dije al principio, Luz del Carmen pertenece a una generación de mujeres puente, entre las maternidades tradicionales signadas por el sacrificio y la queja permanente como recompensa, que educan a los hijos para ser atendidos  y las mujeres que toman la maternidad en sus manos y construyen otra manera de ser madres, enseñar nuevos compromisos a los hijos, sin la queja, con la mirada puesta en adelante para saber que tanto su proyecto de vida personal, como el de los hijos y la pareja se deben considerar en planos de jerarquía igualitarios, donde cada quien tenga su lugar, sin que uno obnuvile al otro.

En la última parte del libro, Luz del Carmen nos entrega sus reflexiones sobre la pandemia; busca el aire para respirar, como dice ella, encontrar las palabras, para finalmente decirnos nuestras tristezas. Sale de la ola a través de las palabras, toma las palabras como salvación, teje la escritura como un gran manto que nos protege. Ese es el testimonio de Luz del Carmen Parra, quien se convierte a partir de este libro en una de las testigas de la gran catástrofe que representò el COVID, pero cuyas palabras nos alientan a reconstruirnos a partir de la esperanza, del trabajo diario, y sobre todo dentro de lazos de convivencia que es lo que le da sentido a nuestras vidas.

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