“Andad en todo el camino que el SEÑOR vuestro Dios os ha mandado, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis {vuestros} días en la tierra que vais a poseer.” (Deuteronomio 5:33)

Mantenme Señor de pie, así, con la frente en alto y la mirada viva, no importa que los años pesen, pues seguro estoy que son bien ganados, y si he sido un necio y testarudo en ocasiones, sé que he sido de carácter blando más que duro, y en ese ceño fruncido de aparente enojo, escondo el amor que recojo todos los días de aquellos que me aman.

Escúchame mi Dios ahora que me has enseñado el lenguaje divino que tanto te agrada, porque, aunque no diga nada, tú ya sabes lo que estoy pensando, entonces, engañarte sería engañarme a mí mismo cuando te oculto lo que no me agrada.

Mantenme, Señor, de pie, como el árbol que sembraste en el Edén, con el eterno ánimo de siempre crecer, para que mi altura sea de tal magnitud, que pueda asomarme a las nubes con la intensión de poderte ver, y ver en ello al amigo que siempre está conmigo haciendo de mi voluntad el bien.

Mantenme, Señor, siempre fiel ante la duda, porque por mi condición humana  tengo que padecer cuando camino por la oscuridad de mi ceguera espiritual por ser cabeza dura y por ello, tenga que padecer el castigo que yo merezca sin duda, más, no retires de mí tu amor y tu nobleza, pues esperando siempre estaré esperando tu misericordia y tu perdón, para que se limpie siempre el pecado de mi corazón.

Mantenme, Señor, siempre de pie y preparado, que los años sean la escalera que con sabiduría me lleve a ti, para alcanzar la gloria que me tienes prometida.

Dios bendiga nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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