No cabe duda de que nuestra Universidad Autónoma de Tamaulipas sigue creciendo y entregando buenos números a la sociedad a la que se debe: el hecho de tener investigadores en casi todas las áreas del conocimiento que están entregando productos medibles en distintos medios es sinónimo de trabajo, esfuerzo, calidad y tenacidad. También podemos afirmar que su nivel educativo ha crecido y no ha detenido el paso con los años.
Seguimos siendo una muy buena opción de estudio, pese a los comentarios adversos y mal intencionados de los enemigos de nuestras raíces que, tristemente, son los miembros mismos de nuestra sociedad.
Denostar a la UAT no nos lleva a nada, y sí el reconocer que sus investigadores y profesores han logrado ubicarla en un nivel de excelencia. ¿Qué falta? Nadie dijo que ya estaba todo hecho, y en ese sentido, hemos de entender que todas las universidades del mundo siempre están en un proceso de mejora continua que nos lleva a tener un poco más cada día.
Ahora que hay tantas formas de evaluar la calidad académica e investigadora, la universidad tamaulipeca sigue subiendo niveles en distintas actividades. Desearíamos que fuera en todas las disciplinas, pero entendemos que en algunas se han logrado mayores avances durante los años, fenómeno que no ha cambiado mucho y que ubica a algunas facultades en términos de excesiva calidad y otras en un estado de mejora inminente.
Debe reconocerse el trabajo que se realiza bajo la dirección del rector José Andrés Suárez Fernández, porque el equipo de trabajo se ha dedicado a seguir sumando sin volver a “descubrir”, es decir que no hay ese criterio que tanto daño ha hecho a México que es el de “borrar” todo lo que se hizo antes para “inventar” el hilo negro en cada administración.
Lo bueno de la UAT es que su rector es parte de ese grupo que generacionalmente ha ido creciendo dentro de la misma Alma Mater tamaulipeca, y ha creado nuevas oportunidades para los universitarios, lo que se refleja en los resultados obtenidos día a día.
Somos una casa de enseñanza superior con niveles envidiables, insistimos, aunque los agoreros del desastre y envidiosos no lo quieran aceptar.
El hecho de afirmar lo anterior no quiere decir que no haya aspectos que deben mejorarse o probablemente, en algunos casos, reubicarse y replantearse. No somos una universidad perfecta, pero se hace un gran esfuerzo en casi todas sus áreas, y eso hay que destacarlo y mucho.
Un claro ejemplo es la revista Ciencia UAT, que hoy en día dirige el doctor José Alfredo Ramírez De León, y se ha convertido en un referente de calidad investigadora, merced a su nivel de exigencia y calidad de sus textos. Es un foro para los investigadores que debe ser manejado con un alto sentido de responsabilidad para seguir manteniendo el estatus que tiene en el mundo de la investigación, gracias a su equipo de trabajo.
Y como el área que maneja el doctor Ramírez De León, otras más dentro de la UAT siguen mostrando un avance significativo: hoy en día más universitarios participan en programas de intercambio nacional e internacional, lo que le permite a la UAT mostrar su verdadero nivel ante el mundo entero.
El rector Suárez Fernández es un hombre sencillo y no es muy afecto a reconocimientos, porque piensa que lo que hace diariamente es parte de su compromiso con la sociedad, sin embargo, no podemos dejar de reconocer que hay un equipo que sigue manejando niveles de excelencia y así se sabe en todas partes.
Es por ello por lo que reconocemos el trabajo universitario desde todas las trincheras, y hacemos votos porque nuestros profesores e investigadores sigan dando ese brillo que requiere la máxima casa de estudios tamaulipeca.
Porque lo merece, y porque queremos dárselo.

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