Cómo dejar de recordar en este día a mi padre, sin rendirle homenaje; sin decir gracias, por todo lo que me enseñó, por su herencia de la que me siento tan orgullosa.

Cómo no traer a mi memoria su mirada tierna, que reflejaba la tranquilidad de un mar en calma, cómo evitar mantenerme fiel a sus principios, cómo no honrar su memoria.

Lo aprendí de él sin proponérmelo, sin apenas darse cuenta, observando su ejemplo cotidiano sincero y honesto.

Me forjó y me empoderó. Aprendí el valor de la autoridad amorosa y respetuosa que me guió, y me infundió confianza y seguridad. Me enseñó a soñar y a luchar por hacer realidad mis sueños. Acompaño atento, cada uno de mis esfuerzos por independizarme, por crecer.

Era mi sostén. Lo sabía cercano e incondicional; siempre con su mano extendida y con su corazón abierto, dispuesto a escucharme.

Podía volar tan alto como quisiera y correr a su lado cuando llegaban las tormentas que me provocaban tanto temor desde niña, sabiendo que todo pasaba y en un rato volvería a brillar el sol y hasta un arcoiris de repente, me recordaría la promesa del final del Diluvio.

No tenía mayor interés en su vida que proveer lo necesario para su familia; no buscaba ascensos, ni una especialización, ni acumular riquezas como objetivo central de su trabajo.

Se daba el tiempo para estar en casa y convivir con sus hijos. Recuerdo cuánto celebró el nacimiento de mis hermanos más pequeños, una parejita que vino a cerrrar con broche de oro su paternidad. Los recibía como bendiciones del cielo.

Si, evidentemente, eran otros tiempos.

Lo se muy bien, pero aunque ahora pueden existir mil razones para justificar la evolución del papel del hombre en la familia, creo que lo esencial nunca va a cambiar y es el amor por sus hijos.

Según reportes del Censo de Población y Vivienda del 2020, en México había  44.9 millones de hombres de 15 años y más, de los cuales, el 47 por ciento se identificaron como padres, enmarcados en un promedio de 45 años.

Así pues, podemos decir que la paternidad sigue siendo un objetivo en la vida de casi la mitad de los mexicanos, aunque en muchos casos, todavía incomprendida su trascendencia.

Que está pasando con los padres de ahora. Esos que no encuentran su lugar, que sienten y saben que no basta al dia de hoy con ser proveedores y protectores, responsables de su familia, muchos de ellos intentando cambiar los cánones tradicionales, pero sin encontrar el término medio, que los ubique en el lugar exacto del padre que desean ser.

Hoy que no saben donde ubicarse, en qué extremo de la cancha les toca jugar y que posición defender.

Su autoridad ha sido cuestionada en extremo y la mujer ha puesto en jaque su papel de proveedor único.

Se le exige como nunca, estar presente en las tareas del quehacer doméstico y participar activamente en la educación de los hijos. Ser parte importante en el cuidado de los pequeños y desarrollar su parte emotiva para establecer con ellos lazos de convivencia que generen confianza y certidumbre.

Muchos de ellos son acusados de ser padres ausentes, fríos y distantes, insensibles o desamorados, dejando de lado la educación formal que recibieron y el entorno en que se formaron.

Hoy quiero traer a mi memoria los versos del Poema al Padre, que le escuché al inolvidable Paco Stanley. Tomo estas palabras con mi admiración y respeto, por todos los padres en este su dia.

….

Hoy te quiero preguntar,

por que motivo las madres amenazan a sus hijos

con ese estribillo fijo de “¡ah cuando venga tu padre!”

y con tu padre de aqui, y con tu padre de allá,

resulta de que al final, al verme llegar a mi,

lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados.

 

Y yo que vengo cansado de trabajar todo el día,

recibo de bienvenida una lista de acusados,

tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme,

igual que hacía mi padre al escuchar a mi vieja

 

Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal

que en medio del temporal se erigía en defensora,

lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal,

si los perdono, “que ejemplo ¿es así como los educas?”

si los castigo “eres bruto, no tienes sentimientos”

 

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