Qué ciego son los que piensan que el amor se demuestra haciendo acto de presencia; qué sordos, los que necesitan hablar fuertemente del amor que dicen se siente, pero necesita sobresalir para que otros lo escuchen, y poder decirle al mundo, estoy aquí.
Yo te amo sin estar presente, como te amé desde el primer momento en el que pensaste en mí, como el hijo que habrías de consentir, aquél que siempre te amaría aunque estuviera ausente.
Yo te amo, desde que en tu vientre escuché la armonía de la vibración de tu voz candente, que en sinfonía daba un concierto sólo para mí.
Yo te amo, desde el día en el que te arrancaste aquel pedazo de corazón ardiente que despediste de tu vida, con el beso de la infinita sabiduría, con el que Dios te creó y bendijo, para que lo depositaras en mi pecho, y diera rumbo y sentido, a mi existir.
Yo te amaría madre, aunque no hubiese tenido la fortuna de haber nacido en tan noble y humilde cuna, misma que amorosamente tenías lista para mí, porque mi alma y la tuya, son sólo una, y vivirán por siempre como la más brillante estrella, que ilumina la parte más hermosa de la luna, en una noche tan hermosa como ninguna, en el que anunciabas que tu hijo estaba por venir.
Madre, aunque me veas por demás callado, mi corazón habla por mí, late acompasado al unísono con el tuyo, tú me lo regalaste para vivir, y he vivido amándote, consintiéndome por ti amado, recibiendo en esta eternidad de vida terrenal, tu ternura y tus caricias, tus sufrimientos y alegrías, todas las preciosas emociones que le han dado inspiración en este día, para que en una mirada, puedas recibir este poema que es sólo para ti.
¡FELIZ DIAS DE LAS MADRES!
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