¿Cuánto afecta al mundo el ideario del presidente de Estados Unidos? En el caso de Kennedy, lo suficiente para matarle. Kennedy era un hombre de pensamiento libre, defensor de los derechos humanos; férreo conciliador, aún más férreo para defender a su país como lo demostró en el manejo de la crisis de los misiles rusos en Cuba, al hacer regresar a Rusia los buques soviéticos.
El Primer Ministro ruso, Nikita Kruschev, ex minero, consideraba a los Kennedy (John y Bobby) juniores que llegaron al poder sin conocer la dureza de la vida, mientras él, provenía del duro trabajo minero. Para su sorpresa, los juniores lo forzaron a retirar su flota con destino a Cuba. Kennedy fue un presidente que llegó al poder con 50 años de adelanto en el tiempo por su ideario; no era posible en ese momento, y es muy difícil aún, establecer el estatus libertario dentro de su propio país.
En esa década, en el beisbol norteamericano los jugadores norteamericanos de color y los de América Latina eran súper strellas en el estadio, fuera de ahí no tenían acceso libre a hoteles, restaurantes, transporte, etc. Estrellas del juego norteamericano por excelencia eran aplaudidos y reconocidos en el diamante; fuera de ahí, casi esclavos.
Trump se caracteriza por opiniones y declaraciones que cimbran al mundo, pues provienen del hombre más poderoso del mundo y además arman polémica. Lo que la gran mayoría pierde de vista es que se trata de declaraciones, sólo de opiniones, no de hechos, y se olvida que, “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
Respecto de la violencia que desataron grupos neonazis en Estados Unidos, las cúpulas política y empresarial de ese país y los líderes de opinión, calificaron de inaceptable la declaración de Trump en el sentido de que había finas personas entre los neonazis y el KKK, y que mucha gente en ese grupo estaba ahí para protestar de manera inocente y legal.
Nunca un presidente norteamericano justificó a elementos de ultraderecha racista, además gran parte fundamental de la conformación de la historia de este país, es su lucha y su triunfo contra Hitler. Quienes participaron en esa guerra son héroes, son la generación más grande de estadunidenses. Los comentarios asombraron a todo mundo, a su equipo, y su jefe de gabinete, John Kelly. Quienes aplaudieron a Trump fueron líderes neonazis, nacionalistas blancos y líderes del KKK. De inmediato, figuras y medios conservadores leales al presidente criticaron o condenaron las declaraciones.
Ante el éxodo de ejecutivos de los consejos empresariales presidenciales que protestaron por sus comentarios, Trump decidió disolver estas entidades, aunque mínimo media docena de ejecutivos de empresas que integraban el Consejo de Manufactura había renunciado, y otros más estaban haciéndolo, antes de que Trump tomase esa decisión.
Las declaraciones de reprobación de líderes empresariales contra la posición de Trump, entre ellas de JPMorgan Chase, Walmart, Merck y General Electric, entre muchos más se volvieron virales. El líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, condenó a todo grupo de odio y declaró que no hay buenos neonazis. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, expresó su repudio a los racistas blancos. Legisladores prominentes del partido del presidente y los ex mandatarios Bush (padre e hijo) emitieron declaraciones de condena a los grupos de odio, y de reprobación a Trump. Un grupo político opositor a Trump pidió su remoción. El senador y ex candidato presidencial Bernie Sanders, tuiteó que Trump avergonzó a Estados Unidos y a los millones de estadunidenses que lucharon y murieron para derrotar al nazismo.
En su corta administración presidencial Trump logró unificar la opinión pública de su país a favor de la sensatez, de la cordura, de la igualdad, del respeto y de la paz, señales de que Trump se desprendió del sentir y del pensamiento del pueblo norteamericano, que no le aprobará acciones radicales en contra de la humanidad.