Llegará el momento en el que sólo tendremos capacidad para ver lo necesario, para escuchar lo indispensable, para sentir lo mínimo para saber que estamos vivos; llegará el momento, en el que nuestros pasos no nos lleven a ninguna parte, pero igual, no tendremos interés de ir a ningún lado; el tiempo entrará a un estado de latencia, en nuestro organismo, que ha estado expuesto a múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales, se generarán mutaciones que ocasionarán variaciones genómicas, dando lugar a individuos diferentes que habrán de adaptarse a las condiciones de vida existentes debido a la transición evolutiva.
¿Realidad o ciencia ficción? Pero quién podría estar preocupado u ocupado en asimilar lo que podría ya estar aconteciendo, pero que la ciencia actual, enmarca como eventos esperados, y nos mantienen en la ignorancia de una perenne crisis existencial, que bloquea nuestra correcta percepción de la realidad y nos invade con una emoción que ha rebasado a lo que espiritualmente debería ser la prioridad, me refiero al hecho, de que el miedo está ocupando en estos momentos el primer lugar, y ha desplazado al amor, de ahí la paradoja de saber que cualquier error, o mala interpretación que provenga del interés de las grandes potencias, empeñadas en mantener un sistema global sujeto a rígidos controles, poniendo en un lado de la balanza a la seguridad colectiva, para mantener un férreo equilibrio selectivo para mantener la paz, y por el otro lado, el sometimiento de las mayorías empobrecidas dentro de un nuevo orden mundial, que garantice la supervivencia de la raza humana, sin importar los medios para lograrlo.
Cuánta toxicidad ideológica satura ya el ambiente global, cuánta generación de energía negativa que se traduce en pobreza y enfermedades crónicas, qué costo tan alto está pagando la humanidad, ensanchando cada vez más la brecha de la desigualdad, por la falta de equidad, de justicia y de respeto por los valores universales; ¿hasta cuándo se seguirá promoviendo la discordia, el odio y la venganza?
“BRILLE ASÍ VUESTRA LUZ ANTE LOS HOMBRES, DE MANERA QUE VEAN VUESTRAS BUENAS OBRAS Y GLORIFIQUEN A VUESTRO PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS”. (Mt. 5:16)
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