“Estoy a favor de la verdad, la diga quien la diga. Estoy a favor de la justicia, a favor o en contra de quien sea…”

Malcolm X

Con una disculpa anticipada por abordar a estas alturas un tema tan manoseado, no puedo dejar en el aire una añeja realidad histórica que atañe a la polémica reforma constitucional sobre el Poder Judicial.

Permítame plantearlo en forma de pregunta:

¿Qué es lo que cambiará en el país ese tan controvertido ajuste a la ley?

Sí, ya sé que se han vertido ríos de tinta, arrojando toneladas de papel y dispersado miles de horas en televisión, radio y redes sociales, sobre los efectos de esa nueva normatividad. Pareciera que no hay ni siquiera una letra más que sea posible agregar a ese torrente de opiniones, estudios y análisis, que pudiera aportar una visión diferente al respecto. Pero…

Para tratar de responder a la interrogante plasmada líneas arriba, no es mi objetivo añadir más elucubraciones a futuro sobre el tema, sino poner sobre la mesa un antecedente comprobable, que permite ofrecer una respuesta contundente:

La reforma judicial cambiará todo en el gobierno federal y no cambiará nada en el de los Estados.

¿Por qué se daría esa contraposición tan radical?

Vamos si me permite por partes.

En lo federal cambiaría todo porque daría un vuelco bestial al formato gubernamental de la República, al alterar en forma y fondo la existencia de los tres poderes autónomos y hará de jueces, magistrados y ministros, simples apéndices del Poder Ejecutivo, algo que ahora no sucede y la mejor prueba es precisamente esta reforma, que busca restaurar la monarquía virtual de los presidentes. Mal escenario es éste a fe mía, como dicen los españoles.

En forma diametralmente opuesta, en los estados la nueva ley no modificará en nada el perfil de sus respectivos poderes judiciales donde en los hechos ha imperado el absolutismo de los gobernadores.

Vamos, ¿Quién puede negar que los presidentes de los tribunales superiores de justicia en las entidades llegan a ese puesto con la bendición de los mandatarios estatales?…¿Quién puede negar que sexenio tras sexenio los gobernadores dan línea en sus parcelas a ese Poder?… ¿Quién dirá que es mentira que los puestos de magistrados y ministros son obsequios de los jefes políticos en esas entidades?… Quién puede desmentir que en los estados la ley se aplica a contentillo de sus ejecutivos locales?

Nadie puede decir que lo anterior es mentira; o casi nadie, por los cercanos escarceos de algunos gobernadores para prolongar su influencia, heredando al sucesor un Poder Judicial comprometido con quien deja el mando. Intentonas hasta ahora fallidas.

Ya pueden en los estados hacer una docena de elecciones de jueces. Lo más seguro es que terminará esta historia con el mismo final de antes de la reforma: Los gobernadores continuarán siendo en sus feudos los amos en la aplicación discrecional de la ley. ¿Para qué tanto gasto y tanta pérdida de tiempo?

Tamaulipas hasta ahora ha sido una muestra sin pausas de este escenario. Habrá que esperar para ver si en algo cambia su modus operandi legal con las nuevas reglas del juego.

Este servidor, lo confieso, es muy pesimista en ese sentido…

EDGAR DANÉS Y LA JUSTICIA

Conozco desde hace casi 30 años a Edgar Danés Rojas.

Sobre los delitos de los que se le acusa no puedo opinar por mi ignorancia sobre lo que procede legalmente, pero en lo personal debo reconocer que siempre he sido testigo de su trabajo profesional. Lo vi por primera vez como secretario privado del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma -que en verdad era una tarea muy pesada- y desde entonces he sido testigo a distancia de su trabajo acucioso en el terreno del Derecho. Lo ha probado en su paso por el Tribunal Electoral del Estado.

Como en los casos que él ha juzgado, ojalá que sea también la justicia, no la política, la que impere en el suyo…

X: @LABERINTOS_HOY