A partir de hoy, dicen los memes, en México no hay corrupción ni inseguridad y tendremos menos impuestos, mejor precio de la gasolina y más.
Obviamente, el comentario es exagerado, pero basado en los dichos del que mañana será ungido como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien nos aseguró infinidad de ocasiones que a partir del 1 de diciembre los ladrones y tramposos han sido perdonados, y que quien caiga en deshonestidad desde ese momento será severamente castigado.
Muchos esperamos un cambio real en México, otros, escépticos, pensamos que será más de lo mismo, ya que los miembros del gabinete de AMLO son prácticamente los mismos priístas -literal- de hace varias décadas, y su reputación no es nada buena, y tampoco pensamos que hayan ido a confesarse al Vaticano y haber sido eximidos de sus culpas, convirtiéndose en gente totalmente buena, dejando atrás sus mañas de robarse el dinero del pueblo. No va por ahí.
No hay magia y no es posible entender que de golpe y porrazo hay cambios en México. Todos, o casi todos, deseamos infinitamente que los pronunciamientos de López Obrador se hagan realidad en el sentido de que se tenga un México justo.
Aunque no estamos de acuerdo con sus encuestas irregulares e ilegales que normarán la realización de las obras más importantes -o más mediáticas- del sexenio que iniciará.
Todos queremos un México mejor, y en materia de seguridad, estoy cierto que absolutamente todos queremos que haya paz en la nación, y que y no contemos por miles los asesinados a diario.
Queremos un buen México, sin revanchismos, por eso rechazamos a gente como el soberbio senador Monreal, el diputado Delgado, el senador “Napito” y todos esos que se han dedicado a vanagloriarse que la ley les ha hecho lo que el viento a Juárez, y ahora se vengarán del sistema que los puso y quitó, y que ahora es una oposición vejada y maltratada por los que se ufanan de ser los que hacen mayoría, los únicos, los tocados por Dios, aunque ya se han dado cuenta que su inmensa mayoría poco les ha servido para hacer cuanto les venga en gana con las leyes.
Ya también les echaron abajo la llamada “Ley Taibo” que no es más que una propuesta para violar la Constitución y legalizar esa irregularidad, para que un triponcillo patán, grotesco y grosero escritor tome protesta en un cargo que legalmente no puede tener por ser nacido en otro país.
Esa es la realidad, y sinceramente, hemos escuchado la forma en que sacan sus frustraciones y odio los simpatizantes del señor López contra quienes asumen ellos que son priístas, panistas, así como de otros partidos, etiquetando a quien no comulga con ellos como “prianista” o como “chayotero”, porque si vocabulario no tiene más epítetos utilizables… porque no los entenderían.
Sinceramente, quienes tenemos filiación o ideología afín a cualquier partido político y los que no la tenemos queremos un México mejor, donde se acbe la corrupción y se castigue severamente a los delincuentes que hacen garras a la sociedad, así como a los que se roban el dinero público.
Queremos que haya mejores proyectos y planes, y que todos, absolutamente todos los miembros de la sociedad nos dejemos de revanchismos estúpidos que no nos llevan a nada, y unamos nuestro esfuerzo en actuar adecuadamente, y por otra parte, entregar nuestro mejor esfuerzo en aras de vivir en un país con mejores expectativas, y que ya no se le conozca como la cuna de la corrupción en América Latina.
Como mexicanos, queremos mejorar, que nuestros salarios alcancen para vivir dignamente, y que no vivamos un gobierno populista que mantendrá vagos con tal de conservar una mayoría discutible.
Queremos mexicanos comprometidos con México y no con un Mesías, y queremos una Patria comprometida con cada uno de sus hijos, y éstos con ella, para salir del tremendo bache en que nos encontramos.

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