Plácido sueño de ángel, otrora me esperabas despierto, hoy yaces dormido, y cuando despiertas tendrás que marcharte y ya no estarás conmigo. Deja que yo te despierte con un cálido beso, con un abrazo sentido, abre tus ojos brillantes, sonríe y juega gustoso conmigo.
Plácido sueño de ángel, te escucho, te miro y suave susurro a tu oído, para que despiertes contento, sin estar triste o afligido, para hacerte sentir tan amado, tú que eres por mi consentido.
Plácido sueño de ángel, es ésta la hora en que tu espíritu emprende su viaje, tiempo de jugar con las nubes, de mirar desde arriba los espacios donde juegas de niño, es el tiempo de contarle al Señor lo feliz que hasta ahora has sido.
Viaja pues mi querido nieto, mi niño, que tu sueño reparador vespertino te lleve al origen divino y te regrese a esta tierra, a cumplir tu destino, cuéntale a Dios que te amamos y siempre estaremos contigo, cuéntale que estamos felices por tan grande regalo y pídele perdone nuestro egoísmo acendrado, causa de que pases momentos más que infelices.
Velaré hoy como siempre tus sueños dorados, me sentaré en el sitio casualmente esperado, y mientras mis ojos, evidentemente pesados, se resisten a cerrarse porque quieren verte, retendré en este cuerpo viejo y cansado, a mi espíritu desvelado, que vive y se pone feliz cuando regresas de tu sueño, después de haber visitado a Jesús, mi maestro y señor tan amado.
Plácido sueño de ángel, sana en mi niño al niño que fui, sánalo con amor, con el amor de una madre, de un padre, de su abuela y si aún queda algo de mí, sánalo con el amor de mi espíritu, que también procede de Dios.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com