En este mes de julio cerraron de manera “definitiva” varios cafés o negocios que son íconos en el país, con imagen y prestigio conocidos en el extranjero. Traemos el tema a colación porque consideramos que estos casos deben ser examinados por los comerciantes tamaulipecos, les aportará experiencias en su toma de decisiones frente a la pandemia.
No es la falta de recursos para enfrentar los tiempos de “vacas flacas” que se extenderá a lo largo de este año y cuando menos hasta mitad de 2021, sino la conveniencia de no tirar el dinero por la ventana lo que motivó el cierre de los negocios, porque estamos hablando de 12 meses mínimo, sin menoscabo de que el quebranto sea por más tiempo y sostener operando un comercio con pérdidas continuas, dejará sin fondos o lo que es peor con deudas a los empresarios.
Entre estos negocios están 3 de los 4 Sanborns de la Cd. de México, tiendas departamentales de mucho éxito, la más joven de ellas cuenta con más de medio siglo de existencia la primera fue fundada en 1920, pertenecen al Grupo Carso, léase, Carlos Slim. Otro caso es el “Gran Café de la Parroquia” del puerto de Veracruz, el original, porque hay 5 o más franquicias en la zona conurbada con Boca del Río, también, liquidó a sus trabajadores, 40 empleados muchos de ellos con 30 o más años de antigüedad.
Dinero para seguirlos sosteniendo había en ambos casos, pero es obvio que realizaron un cálculo de lo que representaba mantenerlos en funcionamiento frente a una baja de demanda en los servicios. Son negocios emblemáticos, cargados de historia porque fueron visitados por grandes personalidades políticas y del medio artístico, gobernadores, políticos de primer nivel, algunos que terminaron siendo Presidentes de la República, eso en el caso de los Sanborns.
Igualmente en La Parroquia del puerto, el nombre original es Gran Café de La Parroquia, fundado en 1926. Ahí desfilaron Celia Cruz, María Grever, Pedro Vargas, Alejandro Algara, Toña La Negra, en un principio había un piano, en él Agustín Lara, interpretó una y cientos de veces las melodías de su autoría, algunas de ellas escritas en una servilleta porque le llegó la inspiración cuando degustaba un “lechero”. Hoy ya no existe el piano, pero hay una estatua del “Flaco de Oro” honrándolo.
Todos los gobernadores cuando iban de visita al puerto no dejaban de asistir al café de La Parroquia, también pisaron ese lugar varios Presidentes de la República. Cuando el propietario del edificio donde se alojaba este negocio intentó venderlo, intervino la Presidencia de la República para que el Gobierno de Veracruz lo comprara, porque no podía ponerse en remate un centro emblemático no sólo para los veracruzanos, sino de atractivo turístico, finalmente no se realizó la operación.
Los Sanborns y el Gran Café de La Parroquia podrán reabrir cuando lo crean pertinente y le aseguro que su clientela regresará como el último día de la etapa previa a la pandemia. Se bajan las cortinas porque en este momento no hay demanda de servicio, no hay turismo para Veracruz y la Cd. de México vive sus peores días.
Creo que el comercio de Tamaulipas, incluyendo el de Victoria debiera de hacer su análisis profundo y detallado, para precisar cuánto va a seguir perdiendo en los próximos meses y que va a ganar si permanece abierto y que puede perder si baja las cortinas ahora y regresa en el 2021, y no será ni enero, ni febrero.
Los empresarios deben examinar el por qué siendo negocios prósperos y con suficiente capital para haber enfrentado este mal temporal, tomaron la decisión de bajar las cortinas. Desde luego no todos los casos son iguales, algunos comerciantes han expuesto, que en las reaperturas que han tenido, les ha bajado la clientela, lo atribuyen al cierre y a la falta de información de que reabrieron.
Pero la realidad es que la demanda de servicios y productos no es y no será la misma. Si ahora escasea el dinero, podemos imaginar que en 2 o 4 meses va a haber menos circulante, se comprará lo indispensable, no lo superfluo, sólo las clases acomodadas o con empleo seguro, que es la burocracia de los 3 niveles de gobierno, podrá seguir sosteniendo su ritmo de gastos como siempre.
Se repetirán los efectos de la posguerra de 1945, quienes tenían dinero festejaron haber sobrevivido a la conflagración y lo hicieron gastando en lujos, viajando, comprando ropa elegante, por eso se desarrollaron en esa época en Europa firmas como Christian Dior en París en1947.
Paralelamente los de clase modesta también tuvieron un cambio, gastaron menos, cuidaron su dinero, aprendieron que debían tener un guardadito para emergencias como la que habían sufrido con la guerra, o comprar artículos que podían vender en un momento dado.
Sin duda va a presentarse un cambio de comportamiento en la sociedad victorense, la tamaulipeca y la del mundo en general. No todos vamos a gastar igual, un sector que antes derrochaba todo lo que ganaba, seguramente tendrá un cambio de mentalidad. El comercio también tiene que cambiar su vocación o reorientarla frente a esta sociedad lacerada por el COVID 19, y obligada a convivir con este coronavirus que se quedará con nosotros por tiempo indefinido.
Pero además la experiencia nos dejará muchas lecciones, con todo y que se genere una vacuna, porque hoy sabemos que estamos expuestos en cualquier momento a otra calamidad similar o peor.