No sé cuándo dejé de vivir lo mío, para vivir para los demás,

no sé si fue por mi voluntad, o sólo seguí las instrucciones,

pero me hicieron creer que era normal, para no fallar jamás,

y hacer el bien, aunque estuviera mal, según las indicaciones.

No sé en qué momento empezó a doler el dejar lo mío atrás,

pero fue aún más el remordimiento, que mis lamentaciones,

cuando en muchas ocasiones fingí ser fuerte por ser capaz,

para darle gusto a los que no me tuvieron consideraciones.

Por eso, hoy mi ánimo triste y confundido está entre brumas,

y encontrar la sabiduría quiere, para dilucidar estas cuestiones,

a mi posible egoísmo y perenne pecar, no quiero sumar más,

y hacer de ello una costumbre, sin haber aprendido las lecciones.

No se tome mi inquietud como un reproche de las normas,

mi espíritu se complace al hacer el bien, y recibe bendiciones,

más, como todo mortal, por derecho no he de renunciar a la paz,

cuando se sirve al prójimo con humildad, y sin malas intenciones.

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