“Vota a aquel que prometa menos. Será el que menos te decepcione”…

Bernard M. Baruch

En reiteradas ocasiones me pregunto si los diputados tienen clara la función que les corresponde de acuerdo a la ley.

Y en la mayoría de los casos, lamentablemente parece que no.

No hay que ir muy lejos para advertirlo, basta con echar un vistazo a lo que sucede en el Congreso de Tamaulipas en los meses cercanos, sin importar etiquetas, colores, siglas, supuestos principios y orígenes.

En general, en apariencia todos los inquilinos de esas curules en nuestra patria chica han sido, son -y temo que seguirán siendo- si no iguales en todo, sumamente similares. Con sus innumerables defectos y sus escasos aciertos.

Surgen por intereses grupales o individuales, cumplen encomiendas a placer de quien los llevó a su curul y como norma general someten las iniciativas, reformas a la ley y actividades dentro y fuera de ese recinto, al Poder en turno. Priistas, panistas, verdes, petistas, emecistas, morenistas o del partido de Perico el de los Palotes. Es una vieja historia que ya no asusta a nadie y en donde no hay a quien irle.

No descubro el hilo negro con lo señalado, pero ahora me inquieta algo más: Pareciera que para la mayoría de los actuales legisladores la prioridad teórica no es fortalecer el Estado de Derecho o velar por el bienestar de quienes votaron por ellos.

Sólo véalos: En tropel, están dedicados a cumplir el papel de sheriffs al estilo del viejo oeste, con ribetes de caza recompensas por el pago que esperan obtener.

En un contexto paralelo, los panistas intentaron ser verdugos al servicio de quien los manipulaba y ahora la bancada de MORENA, que debería marcar la diferencia, está haciendo exactamente lo mismo, en una persecución feroz que ante la aparente imposibilidad jurídica de castigar a los próceres azules se ceba en los trabajadores de esa Cámara, los eslabones más débiles de esa cadena.

Ojalá que los morenistas tuvieran éxito en penalizar a los diputados panistas que cometieron abusos y excesos para congraciarse con su pastor, pero ojalá también que recuerden que muchos de esos empleados de bajo perfil a quienes hoy satanizan en ese Poder inclusive votaron por ellos. Son los que menos culpa tienen de los desaguisados de sus eventuales jefes.

Eso, discúlpenme, no es ser diputados, es ser hijos de la China Idalia.

Y como dice el genial Catón: Ya no le sigo, porque me estoy encaboronando…

LA HERENCIA NEGRA DE RIGOBERTO

Podría ser una anécdota para el magisterio tamaulipeco, pero en la realidad es un drama. Lo expongo:

Cuenta una fuente cien por ciento confiable, que iniciado este año la flamante dirigencia en el Estado del Sindicato de Trabajadores de la Educación, SNTE por sus siglas, acudió a renovar mediante un crédito el mobiliario de la sede de esa agrupación, en una conocida mueblería de Victoria.

La respuesta casi los hizo irse de espaldas.

Con amabilidad, la empresa les dijo que no era posible otorgarles el servicio, por una sencilla razón: Las huestes de Rigoberto Guevara dejaron sin saldar una cuenta de 600 mil pesos y les había sido imposible cobrarla. Y lo más delicado no era lo que debían, sino que prácticamente el total de la deuda se había utilizado para amueblar ¡las casas de los dirigentes!

Si ésto parece y es sin duda, un abuso, hay algo peor.

En total, el atraso en los pagos heredados por Rigoberto a Arnulfo rebasan la nada despreciable cantidad de los 10 millones de pesos, lo que ha llevado a Rodríguez Treviño a pedir apoyo urgente del Secretario General en el nivel nacional para liquidar lo que se ha convertido en un lastre financiero que les impide trabajar con normalidad en apenas el arranque de la nueva directiva.

No es para menos, el apremio de acreedores y prestadores de servicios de diversa naturaleza que confiaron en Guevara se ha vuelto insufrible y éste los dejó, como asienta una frase popular:

Colgados de la brocha…

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