Ayer fue un día grandioso, sin habernos puesto de acuerdo coincidimos cuatro de los hermanos en casa de nuestra madre: Antonio, Martín Leonte, José Manuel, y el narrador de esta experiencia de vida; ella está postrada en cama desde hace 3 años y a sus 93 abriles, está pendiente de las visitas que llegan, así es que, después de anunciarnos, hablarle amorosamente, verla a sus hermosos ojos y sentir como en el parpadeo nos bendecía cada uno y agradecía a Dios por el gozo de ver parte del fruto del jardín de sus amores, pasamos a sentarnos en el comedor; le puse atención principal a nuestro hermano mayor, Antonio, al que entre otros motes le decíamos el intrépido, porque nunca se detuvo ante los diversos retos que se le han presentado en la vida y que aún, a sus 71 años, sigue luchando por mantener su bien ganado apodo.
Actualmente, ha cursado por una serie de quebrantos físicos, pero como su espíritu es muy fuerte, siempre busca la manera de combatir el desánimo que le van imponiendo las manifestaciones de los llamados Síndromes Geriátricos; se me ocurrió en ese momento, preguntarle sobre la evolución de su último desacuerdo entre su mente y su salud física, pues él trata de combatir sus padecimientos con control mental, y por extraño que parezca, parece ser que dentro de pronto lo veremos tan activo como antes.
Él me comentó, que en esta ocasión visitó a un excelente médico de nuestra comunidad para que constatara su teoría, pues lo aquejaba un severo problema de retención de líquidos, y quien le solicitó una serie de estudios de laboratorio e imagen, lo que aseguró se los practicaría, porque no estaba reñido con la ciencia, pero, tratando de que yo conociera a fondo su problema de salud, me dijo lo siguiente: Tú sabes que yo soy un aficionado a las bebidas espirituosas, en ello veo su valor nutricional y su poder energizaste sobre el ánimo decaído, pero he de reconocer, que después de jubilarme, la afición al parecer tendía a formar parte de mis hábitos, de ahí que un día le daba gusto al gusto y al otro también, pero llegó el momento en el que mi cuerpo me reclamó el estar consumiendo demasiado líquido, tal vez por rebasar el famoso 75 % del componente fisiológico corporal y mi mente, que siempre trabaja al mil, al ver que el volumen de mi vientre tomaba forma de barril, me dijo: Antonio ya no tienes necesidad de seguir ingiriendo bebidas espirituosas, he estado trabajando en tu cuerpo para que tenga su propia destilería, así también ahorrarás un poco y gastarás tu pensión de bienestar, como lo marca nuestro máximo exponente comunitario, gastarás ahora en educación y en cultura; y yo, dijo Antonio, obediente como soy, así lo haré, pero mi mente no me ha dicho cuándo empezaré a obtener los primeros litros de cerveza orgánica que la dichosa destilería produce, pero, por lo pronto, ya estoy comprando los frascos correspondientes y quiero aprovechar tu columna para decirle a tus lectores y público en general, que igual ya pueden hacer sus pedidos.
Dicho lo anterior, Manuel y Martín, mis hermanos menores, viendo que en este mundo las ideas más disparatadas pudiesen rendir buenos dividendos, miraron sus vientres y le dijeron a Antonio, si te faltan bodegas aquí estamos, el único que no va a servir de mucho, es el abdomen de Salomón, pero, nos puede servir de mesa para anotar los pedidos.
Estimados lectores, han de perdonar el cambio de línea literaria, pero mi hermano Antonio estará muy pendiente de su promoción y la verdad, yo a mis mayores los respeto.
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