“Nadie incurre en delito empujado por el destino”…

Séneca

Iniciaré esta  opinion si me permite, con una frase popular.

Será el sereno, pero sin negar los problemas que registra la frontera del Estado, Tamaulipas dista un buen trecho, a diferencia de otras entidades del país, de ser considerado como algunos señalan, un territorio sin ley.

Tal vez usted piense –confieso que me incluyo en eso– que las cifras con las que se adornan los reportes oficiales en diversos ámbitos gubernamentales no merecen la credibilidad total de los ciudadanos.

La verdad es que durante muchos años la presunta seguridad nacional se ha nutrido en estadísticas que no apreciamos en la cotidianeidad y ante estos escenarios a los mexicanos nos sucede lo que otro refrán establece: El que con leche se quema hasta al jocoque le sopla. Y con razón en estos casos.

Pero, siguiendo con la sabiduría popular, lo que es parejo no es chipotudo y de manera alguna se vale incluir alegremente a Tamauipas en el profuso montón de los territorios sin ley.

Los hechos son los que cuentan. Al margen del complicado panorama que sufre la frontera, en esta patria chica usted, sus compañeros de trabajo, amigos y su servidor, podemos en casi todo el territorio estatal transitar con buena dosis de seguridad en las carreteras, los secuestros hace un buen tiempo que dejaron de ser la amenaza infernal que agobiaba a la sociedad, las masacres que azotan a otros estados hermanos son una sombra del pasado y algo que podría parecer trivial pero es un reflejo confiable de la tranquilidad, es que la mayoría de los municipios tamaulipecos disfrutan de lo que podríamos llamar “vida de noche”, que en algunas zonas del país es inconcebible.

Ni por asomo vivimos en un paraíso, pero aunque algunos sostengan que son odiosas las comparaciones, al lado de otras entidades Tamauipas se cuece aparte en materia de seguridad.

Más allá de la consabida frase de “papelitos hablan” para defender las cifras que presumen algunas instancias de seguridad, lo que habla más y mejor de la paz social en nuestra casa geográfica son los hechos.

Párese en algún lugar y observe lo que pasa en el plano nacional. Aunque haya quienes me juzguen mal, lo cual respeto, se sentirá satisfecho de vivir en estas parcelas y no en Guerrero, Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Tabasco, Estado de México, Chiapas, Zacatecas o en algún otro Estado donde sus pobladores no ven la suya.

Es sólo mi opinión y cada quien tiene su propia óptica.

¡Feliz Día de la Amistad!

LA UAT QUE SOÑAMOS

Como ex alumno de la Universidad Autónoma deTamaulipas, como padre de familia y ciudadano más corriente que común, me alegra conocer los objetivos del nuevo rector, Dámaso Anaya, recién electo en ese puesto, sobre el desarrollo académico de esta casa de estudios.

Plasmaré aquí una penosa vivencia registrada en la última década del siglo pasado. Corría la rectoría de José Manuel Adame Mier.

En un anuncio publicado en el periódico El Norte, se podía leer una oferta de empleo en una de las tantas mega empresas de Monterrey y anexas. Con el cásico “Se solicita” –la profesión es lo de menos– al final del mensaje un pequeño párrafo calaba hasta los huesos: “Egresados de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, abstenerse”.

Han pasado casi 30 años de esa época y la UAT aha construido un rumbo que no sólo me agrada sino me enorgullece. Hoy, Dámaso Anaya se propone con el apoyo total de la comunidad universitaria, llevar al Alma Mater estatal a ocupar un sitio entre las mejores diez del país, en ese nivel educativo. Va no sólo mi respaldo, sino también y sin rubores, mi aplauso.

Venga UAT, el “top ten” de la preparación profesional en México te està esperando…

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